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España España · Madrid
Voto de Mengo:
8
Terror. Drama Los Woodhouse, un matrimonio neoyorquino, se mudan a un edificio situado frente a Central Park, sobre el cual, según un amigo, pesa una maldición. Una vez instalados, se hacen amigos de Minnie y Roman Castevet, unos vecinos que los colman de atenciones. Ante la perspectiva de un buen futuro, los Woodhouse deciden tener un hijo; pero, cuando Rosemary se queda embarazada, lo único que recuerda es haber hecho el amor con una extraña ... [+]
21 de septiembre de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roman Polanski es un autor internacional, capaz de mantener un estilo propio y a la vez mimetizarse con el país donde dirige sus películas. En Estados Unidos dirige solamente dos: “Rosemary’s baby” (1968) y “Chinatown” (1974). Y algo de premonición hubo en su relación con América, pues un año después de la primera, de terror, asesinan a su esposa y a su hijo nonato, y él se va del país. Tres años después de la segunda, neo-noir, escapa de la justicia americana, acusado de violación a una niña de 13 años, y ya nunca volverá.

Cuenta Robert Evans, el productor ejecutivo, que para atraer al polaco le envió el guion de “Downhill Racer”, sabiendo que este era un amante del esquí. Pero le adjuntó también el libro de “Rosemary’s baby” (Ira Levin), para que lo evaluara. Polanski lo leyó en una noche y le pidió no solamente dirigir la película si no también escribir el guion. De hecho, es el único título en su filmografía que firma como guionista en solitario.

En muchos aspectos la película supera al libro, pero principalmente en la atmósfera de incertidumbre que nos envuelve. El espectador nunca está seguro de nada, ni siquiera de si es una película de terror. De hecho, el inicio con letras rosas, imita o parodia las comedias románticas de la época. Pero la cara de mosquita muerta de Rosemary Woodhouse (Mia Farrow) se irá transformando en una cara blanquecina, de muerta. El horror se crea en la mente del espectador. Frente a las detalladas descripciones de cuerpo del bebé de la novela, la película nos muestra solo la cara de su madre. Lo mismo ocurre con la escena en la que Minnie Castevet (Ruth Gordon) telefonea al médico para el embarazo: William A. Fraker encuadra al personaje cortado por el marco de la puerta, casi obligándonos a mover la cabeza para intentar ver el rostro de la anciana.

El espectador nunca está seguro de si el complot demoníaco es real o es producto de la imaginación de Rosemary, pero los paralelismos son claros. Así, la inmaculada concepción de Cristo, se ve actualizada en una onírica y lynchiana satánica concepción. Y ella finalmente se acercará a mecer al bebé, pues al fin y al cabo, es su madre. Una inquietante nana que nos acuna y nos envuelve, dejándonos los pelos de punta.
Mengo
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