Supongo que esta será la culminación definitiva de la saga de Rocky. Ya no tendría sentido estirar la historia ni un solo fotograma mas. Sobre todo teniendo en cuenta que, tras la debacle cinematográfica que supusieron la cuarta y la quinta entrega, la saga se cierra de forma tan modesta como digna con esta sexta parte.
Aquí Rocky intenta llevar una vida sencilla y acomodada tras la muerte de su esposa. Es dueño de un restaurante que funciona bien, la gente le sigue admirando e incluso conoce a una chica que le da un nuevo motivo de ilusión. Solo la distancia que mantiene con su hijo, y los inevitables problemas que le causa su cuñado enturbian un poco su nueva vida. Hasta que alguien le propone enfrentarse en un combate de exhibición contra la máxima estrella del momento. Ese será el momento en el que el Rocky de siempre vuelve a escena, y la ocasión perfecta para normalizar la distante relación con su hijo.
Todo esto que acabo de contar seguramente en la película resulte incluso más esquemático de lo que yo he escrito. La película es de una simpleza aplastante. Pero por lo menos recupera alguna de las virtudes de la primera, y sin duda mejor, entrega. Rocky Balboa es una película honesta, que no engaña a nadie, y que sirve para dar carpetazo con cierta dignidad a un personaje que había llegado a perderla de forma lamentable con el paso de los años. Algo que se podría aplicar a la figura del propio Sylvester Stallone, que difícilmente encontrará a estas alturas de su carrera una película que le permita lucirse de forma tan modesta y discreta como en este caso.
Es posible que el seis que le he dado le venga un poco grande, pero al final de la película, después del último y heroico combate (mucho más efectista que en ocasiones anteriores), uno no puede evitar sentir cierta simpatía e incluso un poco de nostalgia por aquel Rocky de la primera y auténtica película, y desear que le aguarde una buena jubilación en compañía de su hijo y esa nueva amiga que seguramente le hará muy feliz.