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Voto de TOM REGAN:
10
![](https://filmaffinity.com/images/myratings/10.png)
7,6
5.580
Drama. Comedia. Bélico
Inglaterra, Guerra de los Cien Años (ss. XIV y XV). Enrique IV, primer monarca de la dinastía de los Lancaster, en 1399 le arrebata el trono a su primo Ricardo II. Adaptación de varias obras de Shakespeare: "Enrique IV", "Enrique V", "Las alegres comadres de Windsor" y "Ricardo II". (FILMAFFINITY)
1 de enero de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
207/09(16/12/15) El Gran Orson Welles nos regaló hace medio siglo su última Obra Maestra, para muchos la mejor, uno de los más grandes homenajes se haya hecho al Bardo de Avon, el genio OW hace una memorable miscelánea entre cinco obras de Shakespeare, de Henry IV, parte 1 y Henry IV, Parte 2, Ricardo II, Enrique V, asimismo utiliza diálogos de Las alegres comadres de Windsor, no ateniéndose entre ellas a orden cronológico alguno. OW dijo que este fue su mejor película, definiendo a Falstaff como la mejor creación de Shakespeare, diciendo <De los más interesantes personajes que creó, quizás el único carácter puramente bueno que escribió>, Falstaff aparece en las 5 obras referidas. OW entrelaza las historias de modo fluido para hacer una Obra Maestra del Séptimo Arte. Un enfoque perverso y mordaz de la obra del genial bardo, OW definió el relato como <La traición de la amistad>.
La historia pone su foco en la relación triangular entre un príncipe díscolo y sus dos mentores, dos caras de la misma moneda que representan dos modos de vida, por un lado el disfrute de la vida, el hedonismo, la fiesta, el sexo lujurioso, la bebida, los vicios, esto representa el orondo y libertino Sir John Falstaff, y por otro lado está el padre, el Rey, que representa los convencionalismos de las élites, la solemnidad, el sentido del deber, el patriotismo acérrimo, la rectitud ante la vida, y el príncipe debe elegir. La cinta reflexiona sobre temas muy de OW, como el influjo perverso del poder, sobre los “muertos” que dejas para acceder a él, sobre lo que debes renegar para llegar a él, sobre la traición, sobre la amistad, sobre la ambición, la avaricia, el paso del tiempo, sobre la decadencia humana, sobre el honor, sobre las conspiraciones, las relaciones paterno-filiales, o el tránsito a la madurez. Desarrollada con epicúreos diálogos en verso, sobresaliendo el impresionante Falstaff en su prosa oratoria, engarzando grácilmente los textos shakesperianos, un encantador mentiroso compulsivo, amante del xerez, componiendo situaciones que se mueven con agilidad y magno sentido estético, como la atronadora batalla, bebiendo del expresionismo alemán, con una deliciosa mezcla de drama, humor y épica bélica. Todo esto con gran sentido de la profundidad, con gran sentido poético-sensorial, cubriendo el metraje con un epicúreo halo de melancolía nostálgica que nos hace padecer el sino trágico de los personajes, sumado a un poder alegórico circular estremecedor, ejemplo es la farsa coronación en la taberna de Falstaff tratada como jocosa parodia en la que el príncipe Hal es partícipe, esto entronca con la coronación real solemne del propio Hal, en donde el humor se torna en dramatismo con la interpelación de Falstaff al Rey entrante.
OW se sirve del McGuffin del telón de fondo de las intrigas del poder medievales para hacer un tremebundo lienzo sobre la compleja Condición Humana, centrándose por vez primera Welles en un personaje genuinamente bueno, Falstaff, y alrededor de él se mueven las taras inherentes al carácter ambiguo humano, la codicia, la arrogancia, la deslealtad, el odio, la ira, la crueldad, la traición o el sometimiento a un destino precocinado.
Orson Welles encarna con magna presencia A Falstaff, lo dota de humanidad, de personalidad, de empatía, de jovialidad, de frescura, de naturalidad, de una gran vis cómica, es el eje sobre el que se vertebra el film, lo embiste de entrañable patetismo, de vibrante verbalidad, de ingenio, de picardía, de dignidad, con un despliegue gestual y de expresividad apoteósico. Keith Baxter resulta notable en su príncipe, lo interpreta con energía, sabiendo alternar los diferentes tonos de su rol, lo cómico con lo trascendente, aunque pierde por lo majestuoso de sus dos oponentes en este fabuloso tour de forcé, ante Orson Welles y ante John Gielgud, opacado por estas Titánicas personalidades. John Gielgud derrocha carisma, alma, carácter, nobleza, elegancia, soberbia su actuación dejando constancia de lo gran actor que es. Margaret Rutherford inunda la pantalla con su versatilidad, con su simpatía, con viperina labia, excelsa en el epílogo del film. Jeanne Moreau está un poco desdibujada en su rol de prostituta de buen corazón. Norman Rodway lo hace muy bien como el ultrajado Percy. Alan Webb lo hace estupendamente como fiel compañero de Falstaff, con una gran química con OW. Tony Beckley como el fiel amigo de Hal Poins cumple sin más.
Puesta en escena es prodigiosa, lección para aquellos que con escaso presupuesto (800.000 $) deseen aparentar mucho más de lo que es, con portentoso diseño de producción de Mariano Erdoiza (“Las verdes praderas”), decorados de José Antonio de la Guerra (“El verdugo”), OW dijo que “La Taberna de la Cabeza de Jabalí” fue el único conjunto completo construido para la película, los otros conjuntos fueron vestidos o decorados, OW dijo que él diseñó los decorados y los trajes del film (aprovechados del film “El Cid”). Se rodó íntegramente en España, en multitud de lugares, en Colmenar Viejo, las escenas de la corte Real filmadas en la Basílica de Cardona y el Castillo de Montjuic, las escenas del robo a los abades fueron en la casa de Campo de Madrid, donde también se filmó la batalla, en esta provincia también se recreó el decorado de la taberna, escenas en las calles de la bella Pedraza (Segovia), en Soria y País Vasco las escenas nevadas del comienzo, en Lecumberri y Lesaca (Navarra), en la Catedral de San Pedro (Soria), en Guipuzcua, en Móstoles, y en Puerto san Vicente de Toledo. Lares realzados por el grandioso trabajo de fotografía de Edmond Richard jugando con las luces, los contraluces, las sombras, los claroscuros, contrastando con gran sentido alegórico los infinitos y diáfanos techos abovedados palaciegos y la luz que entra cuasi-celestial por sus enormes ventanales con los techos de la taberna, con un entramado laberíntico de maderos, donde apenas entra la luz,... (sigue en spoiler)
La historia pone su foco en la relación triangular entre un príncipe díscolo y sus dos mentores, dos caras de la misma moneda que representan dos modos de vida, por un lado el disfrute de la vida, el hedonismo, la fiesta, el sexo lujurioso, la bebida, los vicios, esto representa el orondo y libertino Sir John Falstaff, y por otro lado está el padre, el Rey, que representa los convencionalismos de las élites, la solemnidad, el sentido del deber, el patriotismo acérrimo, la rectitud ante la vida, y el príncipe debe elegir. La cinta reflexiona sobre temas muy de OW, como el influjo perverso del poder, sobre los “muertos” que dejas para acceder a él, sobre lo que debes renegar para llegar a él, sobre la traición, sobre la amistad, sobre la ambición, la avaricia, el paso del tiempo, sobre la decadencia humana, sobre el honor, sobre las conspiraciones, las relaciones paterno-filiales, o el tránsito a la madurez. Desarrollada con epicúreos diálogos en verso, sobresaliendo el impresionante Falstaff en su prosa oratoria, engarzando grácilmente los textos shakesperianos, un encantador mentiroso compulsivo, amante del xerez, componiendo situaciones que se mueven con agilidad y magno sentido estético, como la atronadora batalla, bebiendo del expresionismo alemán, con una deliciosa mezcla de drama, humor y épica bélica. Todo esto con gran sentido de la profundidad, con gran sentido poético-sensorial, cubriendo el metraje con un epicúreo halo de melancolía nostálgica que nos hace padecer el sino trágico de los personajes, sumado a un poder alegórico circular estremecedor, ejemplo es la farsa coronación en la taberna de Falstaff tratada como jocosa parodia en la que el príncipe Hal es partícipe, esto entronca con la coronación real solemne del propio Hal, en donde el humor se torna en dramatismo con la interpelación de Falstaff al Rey entrante.
OW se sirve del McGuffin del telón de fondo de las intrigas del poder medievales para hacer un tremebundo lienzo sobre la compleja Condición Humana, centrándose por vez primera Welles en un personaje genuinamente bueno, Falstaff, y alrededor de él se mueven las taras inherentes al carácter ambiguo humano, la codicia, la arrogancia, la deslealtad, el odio, la ira, la crueldad, la traición o el sometimiento a un destino precocinado.
Orson Welles encarna con magna presencia A Falstaff, lo dota de humanidad, de personalidad, de empatía, de jovialidad, de frescura, de naturalidad, de una gran vis cómica, es el eje sobre el que se vertebra el film, lo embiste de entrañable patetismo, de vibrante verbalidad, de ingenio, de picardía, de dignidad, con un despliegue gestual y de expresividad apoteósico. Keith Baxter resulta notable en su príncipe, lo interpreta con energía, sabiendo alternar los diferentes tonos de su rol, lo cómico con lo trascendente, aunque pierde por lo majestuoso de sus dos oponentes en este fabuloso tour de forcé, ante Orson Welles y ante John Gielgud, opacado por estas Titánicas personalidades. John Gielgud derrocha carisma, alma, carácter, nobleza, elegancia, soberbia su actuación dejando constancia de lo gran actor que es. Margaret Rutherford inunda la pantalla con su versatilidad, con su simpatía, con viperina labia, excelsa en el epílogo del film. Jeanne Moreau está un poco desdibujada en su rol de prostituta de buen corazón. Norman Rodway lo hace muy bien como el ultrajado Percy. Alan Webb lo hace estupendamente como fiel compañero de Falstaff, con una gran química con OW. Tony Beckley como el fiel amigo de Hal Poins cumple sin más.
Puesta en escena es prodigiosa, lección para aquellos que con escaso presupuesto (800.000 $) deseen aparentar mucho más de lo que es, con portentoso diseño de producción de Mariano Erdoiza (“Las verdes praderas”), decorados de José Antonio de la Guerra (“El verdugo”), OW dijo que “La Taberna de la Cabeza de Jabalí” fue el único conjunto completo construido para la película, los otros conjuntos fueron vestidos o decorados, OW dijo que él diseñó los decorados y los trajes del film (aprovechados del film “El Cid”). Se rodó íntegramente en España, en multitud de lugares, en Colmenar Viejo, las escenas de la corte Real filmadas en la Basílica de Cardona y el Castillo de Montjuic, las escenas del robo a los abades fueron en la casa de Campo de Madrid, donde también se filmó la batalla, en esta provincia también se recreó el decorado de la taberna, escenas en las calles de la bella Pedraza (Segovia), en Soria y País Vasco las escenas nevadas del comienzo, en Lecumberri y Lesaca (Navarra), en la Catedral de San Pedro (Soria), en Guipuzcua, en Móstoles, y en Puerto san Vicente de Toledo. Lares realzados por el grandioso trabajo de fotografía de Edmond Richard jugando con las luces, los contraluces, las sombras, los claroscuros, contrastando con gran sentido alegórico los infinitos y diáfanos techos abovedados palaciegos y la luz que entra cuasi-celestial por sus enormes ventanales con los techos de la taberna, con un entramado laberíntico de maderos, donde apenas entra la luz,... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... se suma una extraordinaria labor de cámara, marca OW, encuadres opresivos, muy expresivos, hace contrapicados para agrandar al Rey Henry y con gran profundidad de campo para acentuar su soledad, al lado de las interminables columnas y con celestiales rayos de luz solar acompañándolo, remarcando su carisma elegiaco-crepuscular, reflejando en otros momentos el feísmo mugriento, turbador el modo en que se enfoca a OW, maximizando de modo grotesco su panza. Destacable es la música compuesta por el italiano Angelo Francesco Lavagnino (“Othello”) de melodías que evocan a la Edad Media, con sonidos sacros, rítmicos, adecuados de modo estupendo a los diferentes tonos del film.
Spoiler:
Momentos recordables: El arranque con Maese Shallow y Falstaff caminando por la nieve hasta llegar a la taberna en la que charlan del pasado con nostalgia, Falstaff a Shallow; <...cuando sonaban las campanas a medianoche...>, y Shallow responde <...ya lo creo que sonaban, John, ya lo creo...>, esto se asocia a la melancolía y al sentido de la mortalidad tras una vida plena; La suntuosa audiencia del Rey a Mortimer, Worcester y Percy, planificada de modo epicúreo, con tomas cuasi-mísitcas, con el sol entrando por los ventanales y alumbrando al monarca, con picado a la espalda del Rey empequeñeciendo a los visitantes; Cuando ya en la taberna Falstaff relata de modo jocoso y muy mentiroso como le han sustraído lo atracado, como va aumentando conforme avanza la gente que le atacó; La alegórica parodia de la coronación que montan en la taberna Falstaff y Hal, con una olla de corona, muy mordaz, tornándose con el humor en algo áspero, pues le hace reflexionar a Hal sobre su vida; El estremecedor soliloquio del rey Henry frente a una ventana del castillo, un crepuscular monólogo rebosante de dolor y amargura en el futuro; la muerte del rey Henry en su trono, a lo que sigue una muy bella toma, un sibarita lienzo de la sala del monarca, con el fallecido llegando por un ventanal los rayos del sol, mientras su hijo tras un enervado discurso recoge la corona del regazo del padre (claramente un doble de Gielgud) y la eleva en señal de haber toma su relevo; En el tramo de la coronación, trémulo momento en que Falstaff va a rendirle feliz pleitesía al nuevo monarca y este le espeta un amargo discurso de repudio, que termina con su condena a destierro, sentimos el dolor de Falstaff; El conmovedor soliloquio de la Sra. Quickly en el patio de la taberna, frente al ataúd de Falstaff; La deprimente imagen final del féretro de Falstaff en un carro empujado por el barro frente a las muralla de la ciudad.
Capítulo aparte merece una de las mejores batallas jamás rodadas, la de Shrewsbury, 10 minutos Antológicos, vemos algo nunca visto, como subían los soldados medievales con armadura a sus caballos (con el momento cómico de Falstaff izado como un hipopótamo y cayendo al suelo con el equino en huida), pasando por la espectacular carga de las dos caballerías, llegando el choque, el enfrentamiento bélico, se refleja con brillantez el caos, la violencia, el salvajismo, la brutalidad, las peleas, los gritos de dolor, el acero chocando, el golpeo de mazas, los arqueros, la sangre, la muerte, el barro, la suciedad, la inhumanidad, las caballos moribundos, la neblina que da aspecto avernal, adornado por una bella música sacra, contrapuesto a imágenes salteadas de un cobarde soldados con armadura escondiéndose tras árboles, esto representado de modo enérgico, dinámico, trepidante, realista, gracias extraordinario trabajo de montaje, que subsanó la precariedad con respecto a los extras, solo podía contar con 180, pero por el ingenio en la edición de OW parecen miles.
Clásico imperecedero que gana a cada visionado, una de las cumbres del cine de este Descomunal director, que realiza una majestuosa oda a William Shakespeare. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2015/12/campanadas-amedianoche.html
Spoiler:
Momentos recordables: El arranque con Maese Shallow y Falstaff caminando por la nieve hasta llegar a la taberna en la que charlan del pasado con nostalgia, Falstaff a Shallow; <...cuando sonaban las campanas a medianoche...>, y Shallow responde <...ya lo creo que sonaban, John, ya lo creo...>, esto se asocia a la melancolía y al sentido de la mortalidad tras una vida plena; La suntuosa audiencia del Rey a Mortimer, Worcester y Percy, planificada de modo epicúreo, con tomas cuasi-mísitcas, con el sol entrando por los ventanales y alumbrando al monarca, con picado a la espalda del Rey empequeñeciendo a los visitantes; Cuando ya en la taberna Falstaff relata de modo jocoso y muy mentiroso como le han sustraído lo atracado, como va aumentando conforme avanza la gente que le atacó; La alegórica parodia de la coronación que montan en la taberna Falstaff y Hal, con una olla de corona, muy mordaz, tornándose con el humor en algo áspero, pues le hace reflexionar a Hal sobre su vida; El estremecedor soliloquio del rey Henry frente a una ventana del castillo, un crepuscular monólogo rebosante de dolor y amargura en el futuro; la muerte del rey Henry en su trono, a lo que sigue una muy bella toma, un sibarita lienzo de la sala del monarca, con el fallecido llegando por un ventanal los rayos del sol, mientras su hijo tras un enervado discurso recoge la corona del regazo del padre (claramente un doble de Gielgud) y la eleva en señal de haber toma su relevo; En el tramo de la coronación, trémulo momento en que Falstaff va a rendirle feliz pleitesía al nuevo monarca y este le espeta un amargo discurso de repudio, que termina con su condena a destierro, sentimos el dolor de Falstaff; El conmovedor soliloquio de la Sra. Quickly en el patio de la taberna, frente al ataúd de Falstaff; La deprimente imagen final del féretro de Falstaff en un carro empujado por el barro frente a las muralla de la ciudad.
Capítulo aparte merece una de las mejores batallas jamás rodadas, la de Shrewsbury, 10 minutos Antológicos, vemos algo nunca visto, como subían los soldados medievales con armadura a sus caballos (con el momento cómico de Falstaff izado como un hipopótamo y cayendo al suelo con el equino en huida), pasando por la espectacular carga de las dos caballerías, llegando el choque, el enfrentamiento bélico, se refleja con brillantez el caos, la violencia, el salvajismo, la brutalidad, las peleas, los gritos de dolor, el acero chocando, el golpeo de mazas, los arqueros, la sangre, la muerte, el barro, la suciedad, la inhumanidad, las caballos moribundos, la neblina que da aspecto avernal, adornado por una bella música sacra, contrapuesto a imágenes salteadas de un cobarde soldados con armadura escondiéndose tras árboles, esto representado de modo enérgico, dinámico, trepidante, realista, gracias extraordinario trabajo de montaje, que subsanó la precariedad con respecto a los extras, solo podía contar con 180, pero por el ingenio en la edición de OW parecen miles.
Clásico imperecedero que gana a cada visionado, una de las cumbres del cine de este Descomunal director, que realiza una majestuosa oda a William Shakespeare. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2015/12/campanadas-amedianoche.html