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Voto de TOM REGAN:
7
2020
Scott Frank (Creador), Allan Scott (Creador) ...
7,6
36.446
Serie de TV. Drama
Miniserie de 7 episodios. Kentucky, años 60. En plena Guerra Fría, la joven Beth Harmon (Anya Taylor-Joy) es una huérfana con una aptitud prodigiosa para el ajedrez, que lucha contra sus adicciones mientras trata de convertirse en la mejor jugadora del mundo ganando a los grandes maestros, en especial a los rusos.
19 de diciembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
408/17(13/12/20) Atractiva miniserie (7 episodios) creada para Netflix por Scott Frank (“Logan”) y Allan Scott (“Amenaza en la sombra”), y escrito y dirigido por el primero, adaptando la novela homónima de 1983 de Walter Tevis (“El buscavidas”), en lo que es una producción valiente por ser el centro un tema tan poco dinámico y dado a interesar como es el ajedrez, y como las obras que abordan deportes, esto terminan siendo alegorías para tratar otros temas, en este caso la infancia sin padres, las adicciones, las obsesiones, la emancipación femenina (tema similar tratado en la anterior serie de Scott Frank para Netflix, “Godless”), la genialidad que hace a las personas diferentes (en una escena uno de los personajes afirma: “Todo genio tiene dos caras, por un lado, el talento, y por el otro, el sufrimiento”). Una producción muy elegante, bien filmada, con recursos visuales hacen sugerente un deporte tan estático como este, dotando con elementos ingeniosos hacer seductoras las partidas. Teniendo una ambientación sesentera muy bonita y realista en todos los elementos estéticos. Tampoco es que sea una serie que te sorprenda, este puede ser su hándicap (además de algunos elementos políticos salpicados), que sabemos cómo acabará, que sigue unos patrones clásicos en el sub género deportivo, bien sea boxeo, baloncesto, o karate, es una serie complaciente en este sentido, pero sabe atraparte, hasta desembocar en su bien llevado rush final, que llega a emocionarte (en su hábil manipulación).
Ayuda al éxito de la serie sus personajes tan bien delineados y actuados, desde sus notables secundarios cargados de alma, empezando por maravillosos Bill Camp como el bedel que enseña a la protagonista jugar al ajedrez, Annabeth Kelly, Marialle Heller, Thomas Brodie-Sangster, Moses Ingram o Thomas Brodie- Harry Melling, hasta esos jugadores de ajedrez que apenas salen y que dan vigor a su expresividad ante la protagonista; Y esta es el gran pilar y escaparate de la serie, una espléndida Anya Taylor-Joy (“Split”), derrochando carisma, encanto, sensualidad, sofisticación, con un glamur que destila en su peinado y sobre todo en sus modelitos, con uno ojazos que te atraviesan, una actuación formidable en un rol de mujer segura de sí misma, individualista, que no se deja manejar por los hombres, lleva todo el peso de la serie, con fascinantes momentos en solitario que destilan mundo interior bullente.
Seguimos la vida de una huérfana prodigio del ajedrez, Beth Harmon, durante su búsqueda para convertirse en la mejor jugadora de ajedrez del mundo mientras lucha con problemas emocionales y dependencia de drogas y alcohol. El título de la serie se refiere a una apertura de ajedrez del mismo nombre. La historia comienza a mediados de la década de 1950 y continúa hasta la de 1960. La historia comienza en Lexington- Kentucky, donde Beth (estupenda Annabeth Kelly), de nueve años, que perdió a su madre en un accidente automovilístico, es llevada a un orfanato donde el custodio del edificio, el Sr. Shaibel (gran Bill Camp), le enseña ajedrez. Como era común durante la década de 1950, el orfanato distribuye diariamente pastillas tranquilizantes a las niñas que se convierte en una adicción para Beth. Rápidamente se convierte en una jugadora de ajedrez fuerte debido a sus habilidades de visualización, que son mejoradas por los tranquilizantes. Unos años más tarde, Beth (ahora Anya Taylor-Joy) es adoptada por Alma Wheatley (Marielle Heller), y su esposo de Lexington. Mientras se adapta a su nuevo hogar, Beth ingresa a un torneo de ajedrez y gana a pesar de no tener experiencia previa en ajedrez competitivo. Desarrolla amistades con varias personas, incluido el ex campeón del estado de Kentucky, Harry Beltik (Harry Melling); El talentoso pero arrogante prodigio del ajedrez Benny Watts (Thomas Brodie-Sangster) y el periodista, fotógrafo y compañero DL Townes (Jacob Fortune-Lloyd). A medida que Beth continúa ganando juegos y cosecha los beneficios económicos de su éxito, se vuelve más dependiente del alcohol y otras drogas.
“Me gusta el ajedrez, porque es un mundo en 64 casillas. Un lugar en el que sentirse segura. Predecible, dominable” (Beth).
El rodaje de las partidas de ajedrez es uno de sus aciertos en el modo de exponerlas ágilmente, con un gran trabajo de cámara, sacando partido de los ojazos expresivos de Beth, auténtico imán fascinante, con un trabajo de cámara sensacional de Steven Meizler, con una rítmica edición de Michelle Tesoro (“When they see us”), asistido por la música epidérmica de Carlos Rafael Rivera (“Godless”), con esa ingeniosa infografía CGI de como Beth imagina en los techos las partidas de ajedrez y que imprime un halo onírico de como este juego vive en la cabeza de la ‘niña prodigio’.
Beth está lejos de ser perfecta pues va dejando ‘cadáveres’ en su ascenso a la fama, maneja a los hombres que se cruzan en su camino cual trapos desechables, se olvida de la gente que la apoyó en el orfanato, ejemplo es Shaibel el bedel, le enseña e impulsa su afición al ajedrez, le da dinero desinteresadamente cuando le hace falta en su primer torneo, y ella ya no se in teresa más por él, en un acto de egoísmo doliente, solo en el tramo final se da cuenta de cómo él sí se interesó por ella y Beth fue una egocéntrica. Lo mismo ocurre con su amiga de color de la que no se sabe se preocupara de ella, pero esta si estuvo ahí para financiar su viaje, o Beltick y Benny que la ayudan y apoyan, y ella los hace a un lado fríamente. No es alguien ejemplar Beth, de hecho, nos dicen que parte de su genio viene de su adicción a las pastillas, o sea, a las drogas. Y para rematar esto también se convierte, como su madre adoptiva, en una alcohólica... (sigo en spoiler)
Ayuda al éxito de la serie sus personajes tan bien delineados y actuados, desde sus notables secundarios cargados de alma, empezando por maravillosos Bill Camp como el bedel que enseña a la protagonista jugar al ajedrez, Annabeth Kelly, Marialle Heller, Thomas Brodie-Sangster, Moses Ingram o Thomas Brodie- Harry Melling, hasta esos jugadores de ajedrez que apenas salen y que dan vigor a su expresividad ante la protagonista; Y esta es el gran pilar y escaparate de la serie, una espléndida Anya Taylor-Joy (“Split”), derrochando carisma, encanto, sensualidad, sofisticación, con un glamur que destila en su peinado y sobre todo en sus modelitos, con uno ojazos que te atraviesan, una actuación formidable en un rol de mujer segura de sí misma, individualista, que no se deja manejar por los hombres, lleva todo el peso de la serie, con fascinantes momentos en solitario que destilan mundo interior bullente.
Seguimos la vida de una huérfana prodigio del ajedrez, Beth Harmon, durante su búsqueda para convertirse en la mejor jugadora de ajedrez del mundo mientras lucha con problemas emocionales y dependencia de drogas y alcohol. El título de la serie se refiere a una apertura de ajedrez del mismo nombre. La historia comienza a mediados de la década de 1950 y continúa hasta la de 1960. La historia comienza en Lexington- Kentucky, donde Beth (estupenda Annabeth Kelly), de nueve años, que perdió a su madre en un accidente automovilístico, es llevada a un orfanato donde el custodio del edificio, el Sr. Shaibel (gran Bill Camp), le enseña ajedrez. Como era común durante la década de 1950, el orfanato distribuye diariamente pastillas tranquilizantes a las niñas que se convierte en una adicción para Beth. Rápidamente se convierte en una jugadora de ajedrez fuerte debido a sus habilidades de visualización, que son mejoradas por los tranquilizantes. Unos años más tarde, Beth (ahora Anya Taylor-Joy) es adoptada por Alma Wheatley (Marielle Heller), y su esposo de Lexington. Mientras se adapta a su nuevo hogar, Beth ingresa a un torneo de ajedrez y gana a pesar de no tener experiencia previa en ajedrez competitivo. Desarrolla amistades con varias personas, incluido el ex campeón del estado de Kentucky, Harry Beltik (Harry Melling); El talentoso pero arrogante prodigio del ajedrez Benny Watts (Thomas Brodie-Sangster) y el periodista, fotógrafo y compañero DL Townes (Jacob Fortune-Lloyd). A medida que Beth continúa ganando juegos y cosecha los beneficios económicos de su éxito, se vuelve más dependiente del alcohol y otras drogas.
“Me gusta el ajedrez, porque es un mundo en 64 casillas. Un lugar en el que sentirse segura. Predecible, dominable” (Beth).
El rodaje de las partidas de ajedrez es uno de sus aciertos en el modo de exponerlas ágilmente, con un gran trabajo de cámara, sacando partido de los ojazos expresivos de Beth, auténtico imán fascinante, con un trabajo de cámara sensacional de Steven Meizler, con una rítmica edición de Michelle Tesoro (“When they see us”), asistido por la música epidérmica de Carlos Rafael Rivera (“Godless”), con esa ingeniosa infografía CGI de como Beth imagina en los techos las partidas de ajedrez y que imprime un halo onírico de como este juego vive en la cabeza de la ‘niña prodigio’.
Beth está lejos de ser perfecta pues va dejando ‘cadáveres’ en su ascenso a la fama, maneja a los hombres que se cruzan en su camino cual trapos desechables, se olvida de la gente que la apoyó en el orfanato, ejemplo es Shaibel el bedel, le enseña e impulsa su afición al ajedrez, le da dinero desinteresadamente cuando le hace falta en su primer torneo, y ella ya no se in teresa más por él, en un acto de egoísmo doliente, solo en el tramo final se da cuenta de cómo él sí se interesó por ella y Beth fue una egocéntrica. Lo mismo ocurre con su amiga de color de la que no se sabe se preocupara de ella, pero esta si estuvo ahí para financiar su viaje, o Beltick y Benny que la ayudan y apoyan, y ella los hace a un lado fríamente. No es alguien ejemplar Beth, de hecho, nos dicen que parte de su genio viene de su adicción a las pastillas, o sea, a las drogas. Y para rematar esto también se convierte, como su madre adoptiva, en una alcohólica... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
... Esto le podría venir del descubrimiento que vemos en el capítulo final, de cómo la verdadera madre fue una mujer que en una situación de estrés máximo decidió suicidarse en un auto contra un camión llevando a Beth con ella, o sea, que pudieron morir las dos, y su progenitora parece es lo que hubiera querido. Entiendo el nihilismo desencantado de Beth en como creció en un hogar desestructurado primero, luego en u orfanato, y luego en otra familia disfuncional, pero no sé de dónde le viene ese ateísmo que saca a florecer en la parte final.
Me resulta llamativo para lo negativo, que en una serie de siete episodios no se dedique tiempo alguno a explicar mínimamente el juego de ajedrez, es como dar por sabido al espectador de que se habla en cada momento, todo se da a través de los rostros de los jugadores, con sus gestos y mirada abemos si van ganado o perdiendo (fenomenalmente proyectado), o por los comentarios de los analistas radiofónicos, pero el tablero es una nebulosa donde vemos mover las piezas, pero no hay contexto de estrategias, no sabemos que movimiento es el adecuado o errado.
No se puede obviar un tufillo a políticamente correcto que va con estos tiempos de 2020, y de lo que siempre se ha tildado a la plataforma en streaming Netflix, como es su vertiente de izquierdas. Ello se atisba en cómo se trata el mundo de las drogas cuasi-idealizándolas (quien quiere legalizar las drogas blandas? Preámbulo de legalizar las duras), una mujer de fuerte carácter, sin complejos, que se acuesta con hombres y mujeres (esto algo loable; aunque queda algo difuso si se ‘lió’ con la modelo en París), despliega un ateísmo con la gente que la financia, se nos muestra al gobierno USA que no la ayuda a viajar a Moscú, pero sin embargo los soviéticos todos son vistos como gente amable y caballerosa. Incluso se puede ver un ensalzamiento del comunismo cuando Benny le dice que los rusos gana por que trabajan en equipo, mientras los estadounidenses no (crítica al individualismo), esto reforzado en el tramo final cuando el propio Benny telefonea a Beth y tiene a un equipo de ajedrecistas trabajando para ella, incidiendo en las bondades del trabajo colectivo (símil del comunismo).
Destacar en la puesta en escena, aparte de los elementos ya mencionados de fotografía, edición y música, el notable diseño de producción de Uli Hanisch (“Babylon Berlin”), recreando con veracidad la estética de los 50 y 60, con las carreteras, los autos, los decorados in teriores (el orfanato, la casa de la madre adoptiva, los hoteles, o los escenarios para las partidas), para recrear Kentucky, Las Vegas, Cincinnati, Ciudad de México, Moscú o París, aunque se filmó en Cambridge-Ontario, pero sobre todo en Berlín, incluyendo el Kino International, el Zoológico de Berlín, Humana y el Friedrichstadt-Palast. Ayudando el espléndido diseño de vestuario creado por Gabriele Binder (“…”), destacando el desfile de atuendos ‘divinos de la muerte’ que luce la protagonista, cual desfile de pasarela.
Spoiler:
Momento trémulo es cuando Beth visita tras la muerte de Shaibel el orfanato, baja al sótano donde aprendió a jugar con este al ajedrez, y allí observa un tablón con múltiples recortes de prensa de como ella ha idos subiendo en el escalafón ajedrecístico, haciéndola ver que Shaibel la seguía orgulloso en la distancia, ella lo mira de modo conmovedor. Esto la hace reivindicarlo en un encuentro con la prensa en Moscú, donde habla de quien fue su primer mentor y enfatiza que lo publiquen.
Serie que te engancha en sus redes, te hace pasar un buen rato en su devenir, y esto se agradece. Aunque tiene sus defectillos. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/12/gambito-de-dama.html
Me resulta llamativo para lo negativo, que en una serie de siete episodios no se dedique tiempo alguno a explicar mínimamente el juego de ajedrez, es como dar por sabido al espectador de que se habla en cada momento, todo se da a través de los rostros de los jugadores, con sus gestos y mirada abemos si van ganado o perdiendo (fenomenalmente proyectado), o por los comentarios de los analistas radiofónicos, pero el tablero es una nebulosa donde vemos mover las piezas, pero no hay contexto de estrategias, no sabemos que movimiento es el adecuado o errado.
No se puede obviar un tufillo a políticamente correcto que va con estos tiempos de 2020, y de lo que siempre se ha tildado a la plataforma en streaming Netflix, como es su vertiente de izquierdas. Ello se atisba en cómo se trata el mundo de las drogas cuasi-idealizándolas (quien quiere legalizar las drogas blandas? Preámbulo de legalizar las duras), una mujer de fuerte carácter, sin complejos, que se acuesta con hombres y mujeres (esto algo loable; aunque queda algo difuso si se ‘lió’ con la modelo en París), despliega un ateísmo con la gente que la financia, se nos muestra al gobierno USA que no la ayuda a viajar a Moscú, pero sin embargo los soviéticos todos son vistos como gente amable y caballerosa. Incluso se puede ver un ensalzamiento del comunismo cuando Benny le dice que los rusos gana por que trabajan en equipo, mientras los estadounidenses no (crítica al individualismo), esto reforzado en el tramo final cuando el propio Benny telefonea a Beth y tiene a un equipo de ajedrecistas trabajando para ella, incidiendo en las bondades del trabajo colectivo (símil del comunismo).
Destacar en la puesta en escena, aparte de los elementos ya mencionados de fotografía, edición y música, el notable diseño de producción de Uli Hanisch (“Babylon Berlin”), recreando con veracidad la estética de los 50 y 60, con las carreteras, los autos, los decorados in teriores (el orfanato, la casa de la madre adoptiva, los hoteles, o los escenarios para las partidas), para recrear Kentucky, Las Vegas, Cincinnati, Ciudad de México, Moscú o París, aunque se filmó en Cambridge-Ontario, pero sobre todo en Berlín, incluyendo el Kino International, el Zoológico de Berlín, Humana y el Friedrichstadt-Palast. Ayudando el espléndido diseño de vestuario creado por Gabriele Binder (“…”), destacando el desfile de atuendos ‘divinos de la muerte’ que luce la protagonista, cual desfile de pasarela.
Spoiler:
Momento trémulo es cuando Beth visita tras la muerte de Shaibel el orfanato, baja al sótano donde aprendió a jugar con este al ajedrez, y allí observa un tablón con múltiples recortes de prensa de como ella ha idos subiendo en el escalafón ajedrecístico, haciéndola ver que Shaibel la seguía orgulloso en la distancia, ella lo mira de modo conmovedor. Esto la hace reivindicarlo en un encuentro con la prensa en Moscú, donde habla de quien fue su primer mentor y enfatiza que lo publiquen.
Serie que te engancha en sus redes, te hace pasar un buen rato en su devenir, y esto se agradece. Aunque tiene sus defectillos. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/12/gambito-de-dama.html