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Voto de TOM REGAN:
9
7,4
3.631
Comedia
Michael Brandon (Gary Cooper) es un millonario malcriado y mujeriego que ha tenido siete esposas, todas atraídas por su fortuna. En una tienda de la Riviera conoce a Nicole de Loiselle (Claudette Colbert), pero en un principio ella le rechaza. El caso es que Nicole, hija de una familia de nobles franceses venidos a menos, decide, a instancias de su padre, aceptar finalmente la proposición de matrimonio de Brandon, pero deja claro que lo ... [+]
14 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
73/17(23/03/18) Maravillosa e infravalorada comedia del berlinés Ernst Lubitsch (dirige y produce), un hilarante film en modo screw-ball donde la lucha de sexos (también la de clases y culturales) toca su cima con momentos y diálogos formidables, donde las réplicas y contrarréplicas resultan mordaces y divertidísimas. Surtiéndose el maestro germano de dos protagonistas en estado de gracia como la vibrante Actriz de origen galo Claudette Colbert y el de Montana, Gary Cooper, manteniendo los dos una química arrolladora, sumándose el genial guión de otro exiliado en Hollywood, Billy Wilder junto a Charles Brackett (en lo que sería la primera de sus varias y exitosas colaboraciones; “Ninotchka”, “Bola de fuego”, “Días sin huella”, “Sunset Boulevard”, etc…), basándose en la obra francesa “La huitième femme de Barbe-Bleue” (1921), del escritor polaco Alfred Poznanski, nacionalizado Alfred Savoir en Francia por la consabida necesidad de evitar a los intolerantes xenófobos-, de Alfred Savoir y la traducción al inglés de la obra de Charlton Andrews, habiendo una versión de versión muda de 1923 dirigida por Sam Wood y protagonizada por Gloria Swanson. Brackett y Wilder fueron solicitados por la Paramount tras el fracaso (de Lubitsch) de “Angel” (1937), especialmente para traer al cine de Lubitsch lo que le faltaba de modernidad y mordacidad. Relato con efluvios claros a “La fierecilla domada” (1590) de Shakespeare, incluso un descacharrante tramo lo deja bien claro. Por supuesto está presente el mítico toque Lubitsch (el pijama, Checoslovaquia, la bañera,…), jugando con las sugerencias, los fuera de plano, las elipsis y la sutilidad (donde es el espectador, tratado como sujeto con cerebro, debe rellenar los huecos dejados por el cineasta) propias de su experiencia en el cine silente. Como curiosidad la secuencia de apertura famosa llamada “pijama”, Billy Wilder admitió años después haber sido inspirado por sus propios hábitos nocturnos.
La acción tiene lugar en la Costa Azul (Francia), Michael Brandon (Gary Cooper) es un joven multimillonario americano, enamoradizo, cada vez que se enamora de una mujer, se siente obligado a casarse con ella, aunque por experiencia sabe que sus enamoramientos son efímeros. Se ha casado 7 veces y paga a cada una de sus antiguas parejas una pensión anual exagerada (50.000 dólares). Nicole de Loiselle (Claudette Colbert) es francesa, joven, atractiva y astuta, será el objetivo del estadounidense. Tendrá importancia en la historia el padre de la chica, el marqués de Loiselle (Edward Everett Horton), y su amigo Albert de Regnier (David Niven), modesto empleado de banca.
El film ya magnetiza desde su brillante inicio, primero vemos al protagonista frente a un escaparate, vemos lo que mira, un cartel con sus tres primeras líneas “MAN SPRICHT DEUTSCH / SI PARLA ITALIANO / SPOKEN ENGLISH” (se habla alemán, italiano e inglés), la cámara pasa al último renglón, “AMERICAN UNDERSTOOD” (se entiende el americano), en claro dardo a que los estadounidenses no hablan bien inglés, esto en el contexto de que Billy Wilder y Lubitsch (guionista y director) eran europeos inmigrantes en Hollywood; Tras esto llega la excepcional puerta de entrada a la película con el tramo del pijama, donde se encontraran los personajes protagónicos, primero con una hilarante discusión de él con unos empleados de unos grandes almacenes cuando solo quiere comprar la parte de arriba de un pijama, y en consecuencia no pagar los pantalones, esto pone en jaque a todo el establecimiento cuando el dependiente se pone a llamar a su superior, desencadenando un enlazado de llamadas hacia arriba, hasta llegar al presidente, ello con un giro desbordante de chispa (ejemplo de toque Lubitsch), tras lo que aparece la “némesis” y las chispas saltan en un tsunami de frescura radiante de pellizcos de humor. De este primer encuentro deriva el Apoteósico running-gag de “Checoslovaquia”, una delicia de sutilidad el uso que se da verbal y físicamente a esto, con insomnio, luna de miel encabezada por el texto sobreimpresionado “Si usted va a Checoslovaquia para su luna de miel y todavía tienen que deletrear Checoslovaquia hacia atrás debe haber algo mal y no con Checoslovaquia”, sublime.
Es una comedia trepidante en su fluidez, donde no hay un momento de pausa, el humor en todas sus posibilidades (oral, físico, malentendidos, equívocos,…) navega por la pantalla, ello con elegancia, con un ritmo narrativo extraordinario, las situaciones jocosas discurren con un sentido orgánico buenísimo, donde la cámara (como es habitual en Lubitsch) juega papel importante sabiendo ser un factor de apoyo en provocar al espectador, ello servido con mucha ironía, riéndose de la “sagrada” institución matrimonial, de los celos, de los petulantes ricos, de los cazafortunas, de la pomposa aristocracia, del machismo, pero lo hace con cariño, sin hacer sangre. Derrochando tino incisivo en los diálogos, hilados de un modo magno, ello contando con el ingenio para sortear la rigidez de la censura Código Hays, donde las dobles intenciones en las palabras e imágenes es grandioso.
Además de la batalla de sexos (en su máxima expresión se lleva a cabo en el dormitorio de Nicole con un boxeador) subyace otra contienda, como la cultural que nos separa Europa (Nicole) de USA (Michael), ella sofisticada y reflexiva, él dinámico y de espíritu juvenil (esa conversación con su bróker en Wall St. que tras mandarle gastar millones le pregunta sobre cómo va el serial de comic de Flash Gordon), hombre de acción que se mueve por corazonadas, hombre para el que los libros son para hacerte dormir, incluso “pelar la pava” es algo con lo que se pierde tiempo, es tipo de acción rápida (toque Lubitsch genial es el arroz en el bolsillo del traje de novio de Michael).
La acción tiene lugar en la Costa Azul (Francia), Michael Brandon (Gary Cooper) es un joven multimillonario americano, enamoradizo, cada vez que se enamora de una mujer, se siente obligado a casarse con ella, aunque por experiencia sabe que sus enamoramientos son efímeros. Se ha casado 7 veces y paga a cada una de sus antiguas parejas una pensión anual exagerada (50.000 dólares). Nicole de Loiselle (Claudette Colbert) es francesa, joven, atractiva y astuta, será el objetivo del estadounidense. Tendrá importancia en la historia el padre de la chica, el marqués de Loiselle (Edward Everett Horton), y su amigo Albert de Regnier (David Niven), modesto empleado de banca.
El film ya magnetiza desde su brillante inicio, primero vemos al protagonista frente a un escaparate, vemos lo que mira, un cartel con sus tres primeras líneas “MAN SPRICHT DEUTSCH / SI PARLA ITALIANO / SPOKEN ENGLISH” (se habla alemán, italiano e inglés), la cámara pasa al último renglón, “AMERICAN UNDERSTOOD” (se entiende el americano), en claro dardo a que los estadounidenses no hablan bien inglés, esto en el contexto de que Billy Wilder y Lubitsch (guionista y director) eran europeos inmigrantes en Hollywood; Tras esto llega la excepcional puerta de entrada a la película con el tramo del pijama, donde se encontraran los personajes protagónicos, primero con una hilarante discusión de él con unos empleados de unos grandes almacenes cuando solo quiere comprar la parte de arriba de un pijama, y en consecuencia no pagar los pantalones, esto pone en jaque a todo el establecimiento cuando el dependiente se pone a llamar a su superior, desencadenando un enlazado de llamadas hacia arriba, hasta llegar al presidente, ello con un giro desbordante de chispa (ejemplo de toque Lubitsch), tras lo que aparece la “némesis” y las chispas saltan en un tsunami de frescura radiante de pellizcos de humor. De este primer encuentro deriva el Apoteósico running-gag de “Checoslovaquia”, una delicia de sutilidad el uso que se da verbal y físicamente a esto, con insomnio, luna de miel encabezada por el texto sobreimpresionado “Si usted va a Checoslovaquia para su luna de miel y todavía tienen que deletrear Checoslovaquia hacia atrás debe haber algo mal y no con Checoslovaquia”, sublime.
Es una comedia trepidante en su fluidez, donde no hay un momento de pausa, el humor en todas sus posibilidades (oral, físico, malentendidos, equívocos,…) navega por la pantalla, ello con elegancia, con un ritmo narrativo extraordinario, las situaciones jocosas discurren con un sentido orgánico buenísimo, donde la cámara (como es habitual en Lubitsch) juega papel importante sabiendo ser un factor de apoyo en provocar al espectador, ello servido con mucha ironía, riéndose de la “sagrada” institución matrimonial, de los celos, de los petulantes ricos, de los cazafortunas, de la pomposa aristocracia, del machismo, pero lo hace con cariño, sin hacer sangre. Derrochando tino incisivo en los diálogos, hilados de un modo magno, ello contando con el ingenio para sortear la rigidez de la censura Código Hays, donde las dobles intenciones en las palabras e imágenes es grandioso.
Además de la batalla de sexos (en su máxima expresión se lleva a cabo en el dormitorio de Nicole con un boxeador) subyace otra contienda, como la cultural que nos separa Europa (Nicole) de USA (Michael), ella sofisticada y reflexiva, él dinámico y de espíritu juvenil (esa conversación con su bróker en Wall St. que tras mandarle gastar millones le pregunta sobre cómo va el serial de comic de Flash Gordon), hombre de acción que se mueve por corazonadas, hombre para el que los libros son para hacerte dormir, incluso “pelar la pava” es algo con lo que se pierde tiempo, es tipo de acción rápida (toque Lubitsch genial es el arroz en el bolsillo del traje de novio de Michael).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Claudette Colbert está sensacional en su rol de ladina “doppelganger” de Gary Cooper, derrochando encanto, jovialidad, picardía, juguetona, sensualidad, elegancia, artes de manipulación, con un Don para dar mazazos orales tremenda, ello con una sonrisa y mirada que imantan; Gary Cooper fantástico en su papel de tipo impulsivo, arrogante, pero con un toque de ingenuidad fabuloso, que sobre todo sale a flote en los ententes frente a Colbert, los dos con una compenetración fantástica, un duelo del que el espectador es el ganador.
Como gran cineasta y sabedor de la importancia vital de buenos secundarios que apuntalen a sus protagonistas sabe dar cancha a los suyos: Esdward Everett Horton está soberbio en su rol de padre con problemas monetarios que quiere aparentar mucho más de lo que es, con fantásticos ententes de un humor solaz, con el gerente del hotel sobre la cuenta que debe, con Michael cuando le quiere vender la bañera, o cuando se las ingenia para entrar en el psiquiátrico ladrando, genial su vis cómica; David Niven está muy bien como pretendiente de Nicole, con su apostura de aristócrata, con una gran vis cómica; Destacar en un corto pero bien aprovechado rol a Herman Bing como el detective Pepinard, todo un desparrame sobre todo su patético entente con Colbert chantajeándole.
Puesta en escena clásica de su tiempo, rodada en interiores de los Paramount Studios (California-USA), con dirección artística de Hans Dreier (“Perdición” o “Sunset Boulevard”), y Robert Usher (“Si no amaneciera” o “El pecado de Harold Diddlebock”), recreándose, con la ayuda de la cinematografía de Leo Tover (“La heredera” o “Ultimátum a la Tierra”), en escenarios que relucen platós, cumpliendo su función, aunque las retroproyecciones para dar sensación de estar en exteriores (la playa o el Puente de Carlos en Praga) resultan más falsas que Forrest Gump con Nobel. La fotografía también es fundamental para dar salida a los recursos toque Lubitsch ya mencionado, potenciando el humor sutil. Música de Friedrich Hollander (“El asunto del día” o “Sabrina”) se amolda al tono distendido de la obra, añadiéndose la canción “Hero Comes Cookie”, en boca de G. Cooper.
“Solo tengo que mirar tus pantalones para saber todo”
En conjunto me queda un clásico de la comedia romántica, con el que he disfrutado de modo entusiasta, film atemporal, que demuestra que no hay películas viejas cuando hay grandes creadores detrás. Fuerza y honor!!!
Como gran cineasta y sabedor de la importancia vital de buenos secundarios que apuntalen a sus protagonistas sabe dar cancha a los suyos: Esdward Everett Horton está soberbio en su rol de padre con problemas monetarios que quiere aparentar mucho más de lo que es, con fantásticos ententes de un humor solaz, con el gerente del hotel sobre la cuenta que debe, con Michael cuando le quiere vender la bañera, o cuando se las ingenia para entrar en el psiquiátrico ladrando, genial su vis cómica; David Niven está muy bien como pretendiente de Nicole, con su apostura de aristócrata, con una gran vis cómica; Destacar en un corto pero bien aprovechado rol a Herman Bing como el detective Pepinard, todo un desparrame sobre todo su patético entente con Colbert chantajeándole.
Puesta en escena clásica de su tiempo, rodada en interiores de los Paramount Studios (California-USA), con dirección artística de Hans Dreier (“Perdición” o “Sunset Boulevard”), y Robert Usher (“Si no amaneciera” o “El pecado de Harold Diddlebock”), recreándose, con la ayuda de la cinematografía de Leo Tover (“La heredera” o “Ultimátum a la Tierra”), en escenarios que relucen platós, cumpliendo su función, aunque las retroproyecciones para dar sensación de estar en exteriores (la playa o el Puente de Carlos en Praga) resultan más falsas que Forrest Gump con Nobel. La fotografía también es fundamental para dar salida a los recursos toque Lubitsch ya mencionado, potenciando el humor sutil. Música de Friedrich Hollander (“El asunto del día” o “Sabrina”) se amolda al tono distendido de la obra, añadiéndose la canción “Hero Comes Cookie”, en boca de G. Cooper.
“Solo tengo que mirar tus pantalones para saber todo”
En conjunto me queda un clásico de la comedia romántica, con el que he disfrutado de modo entusiasta, film atemporal, que demuestra que no hay películas viejas cuando hay grandes creadores detrás. Fuerza y honor!!!