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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama. Terror Aislados en una casa de campo inglesa, dos hermanos huérfanos, Miles (Christopher Ellis) y Flora (Verna Harvey), viven en compañía de su institutriz y de un extraño jardinero llamado Quint (Marlon Brando). De vez en cuando los visita un pariente lejano que pasa largas temporadas en Londres. Inspirada en la novela "Otra vuelta de tuerca" (The Turn of the Screw), de Henry James. (FILMAFFINITY)
21 de marzo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
50/10(17/03/17) Interesante, aunque irregular precuela de la popular novela de Henry James “Otra vuelta de tuerca”, adaptado al cine por Jack Clayton en 1961, The innocents” (en España titulada “Suspense”). Guionizada por el dramaturgo Michael Hastings fabulando sobre los caracteres creados por el novelista James, quedando un turbador relato con ínfulas de cuento infantil de terror mezclado con el romanticismo gótico, haciendo una introspección sobre la influencia que en un entorno cerrado pueden tener los comportamientos de los mayores con respectos a los niños, a como estos lo absobren todo bajo un filtro distorsionado. Aquí la estrella es un Marlon Brando desatado en su poder de manipulación puesto al servicio de su perversión sexual, en lo que es una especie de antecedente de su rol en “El último tango en París”, justo trabajo anterior a su mítico Vito Corleone de “El padrino” (1972). Nadie quiso apuntarse al proyecto hasta que lo hizo Marlon.

El escenario es una finca con una gran mansión, recientemente los huérfanos, Flora (Verna Harvey) y Miles (Christopher Ellis) son abandonados por su nuevo tutor (Harry Andrews) y entregados al cuidado del ama de llaves, la señora Grose (Thora Hird), debiendo ser instruidos por la señorita Jessel (Stephanie Beacham). Peter Quint (Brando) es jardinero de la hacienda. Tres adultos y dos niños convivirán aislados del mundo en este lugar campestre, siendo los infantes fascinados por el simpático Quint, este a su vez mantiene un affaire con la señorita Jessel.

Resulta un estimable esfuerzo por hacernos entender la psicología de los niños, de cómo lo pueden retorcer todo, de cómo su mentalidad inocente puede asimilar algunos conceptos de modo artero y desfigurado, y ello lo hace el realizador edificando un clima de aire malsano, donde todos los personajes tienen sus matices, resultan ambiguos y complejos en sus comportamientos (demasiado). Lo hace Winner gracias a saber manejar el entorno viciando el aire con sus imágenes entre lo onírico y lo gélido, confiriendo una atmosfera de tensión latente en que algo malo pasará. La soledad como elemento deformador de la realidad, el aislamiento como patología endogámica. Es por ello que en este cuasi-claustrofóbico ambiente se genera una relación de fascinación por el extrovertido Quint por parte de los niños, porque se siente hechizado, quizás porque no conocen a otra figura transgresora, y como su mundo es tan pequeño llegan a espiar los juegos sexuales que Quint mantiene con Jessel, y esto para una psique adolescente puede descolocar, interpretándolo quizás de modo inquietante, provocando que todo sumado su mente les haga vivir una irrealidad, obsesionándose por temas que no debieran por su edad, queriendo jugar a un juego donde los límites entre lo lírico y la locura son traspasados.

En el lado de las taras está el comportamiento arbitrario de los protagonistas, queriendo hacerlos muy bizarros en sus gustos sexuales s&m, pero no mostrando arco de desarrollo, muy planos, como el guionista más preocupado por impactar visualmente que en dar un comportamiento gradual comprensible a los personajes, sin darles fondo alguno, exhibidos de modo que roza en algún caso lo grotesco. Está bien como nos enseñan el modo en que los niños quedan obsesionados con el sadomasoquismo de la pareja Jessel-Quint, pero retuercen demasiado la rosca y se pasan de vueltas en un final que pretende más de lo que puede.

Marlon Brando está desatado, maravilloso y a la vez sobreactuado, titánico en su comportamiento atávico con Jessel y dulce y cariñoso con los niños, excelente cuando les cuenta como vendió su padre un burro, cumbre; Stephanie Beacham como la institutriz está muy hermosa, pero le falta carácter para poder interactuar con el magno Brando; Thora Hird como la marujona ama de llaves realiza una excelente actuación llena de autenticidad; Los niños no lo eran tanto, Verna Harvey tenía 19 años entonces, ella y Christopher Ellis cumplen con sus roles perturbadores de fascinación patológica por la relación entre el jardinero y la institutriz.

La puesta en escena resulta notable en su recreación de un mundo aparte aislado con resortes cuasi-oníricos, con una destacable dirección artística de Herbert Westbrook (“Cromwell” o “Memorias de África”), recreando la ficticia residencia Bly en la casa de campo Sawston Hall, una Tudor casa señorial del siglo 16 en Sawston, Cambridgeshire, con bucólicos jardines, con el río, con casas en árboles, esto visualizado por la fotografía de Robert Paynter (“Un hombre lobo americano en Londres” o “La tienda de los horrores”), potenciando con sus filtros y granulados la sensación de cuasi-cuento de hadas perverso, componiendo campestres postales. Todo punteado por la sensible música de Jerry Fielding (“Grupo Salvaje” o “La fuga de Alcatraz”).

En conjunto queda una cinta interesante por las ideas que desprende, pero podrían haber dado mucho más de sí. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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