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Voto de TOM REGAN:
6
6,7
3.930
Drama
A principios de los años 80 se produjo una guerra entre los jefes de la mafia siciliana. Tommaso Buscetta, un hombre hecho a sí mismo, decide huir para esconderse en Brasil. Sus hijos son asesinados mientras él se ve incapaz de hacer nada para impedirlo. Cuando es extraditado por la justicia brasileña, Buscetta toma una decisión totalmente inesperada tanto para él como para todos los que le conocían: reunirse con el juez Giovanni ... [+]
2 de julio de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
180/29(20/06/20) Atractivo aunque desequilibrado drama criminal que hace una radiografía de personalidad de uno de los mayores ‘traidores’ de la mafia italiana que haya habido, Tommaso Buscetta, que con su testimonio ayudó a la fiscalía en el famoso "Maxiprocesso" (siendo uno de los puntos álgidos su representación vigorosa en pantalla, con esos mafiosillos encerrados en jaulas como leones en el Coliseo Romano), celebrado en Sicilia en 1986, el enjuiciamiento más grande de la historia y concluyó un año después con condenas de 366 miembros de la Cosa Nostra. Un épico film dirigido por el veterano Marco Belloccio (80 años), con guión propio junto a Valia Santella, Ludovica Rampoldi, Francesco Piccolo, en el que se hace una disección cruda y desglamurizando de la mafia durante tres décadas (70, 80, y 90), ordinarios, toscos carroñeros criminales sin moral alguna, más allá del sálvese el que puede aunque ello conlleve asesinar a todos los de abajo, ello tomando como referencia al mencionado Tommaso Buscetta, un sicario hedonista de la Cosa Nostra que en las décadas en la organización nunca deseo ascender, pues su filosofía era: "No puedes llevarte dinero a la tumba... Prefiero follar que mandar". Pero cuando el líder de entonces Toto Riina comenzó una cacería despiadada contra potenciales enemigos el decidió romper la ‘Omertá’ y convertirse en un informante, con lo que cruzó su vida con el juez mártir Salvatore Falcone, con lo que pasó a ser testigo protegido del Estado: Estimable como el director se aleja de hacer una alabanza hagiográfica del delator, le otorga alma y dimensión humana en su comportamiento, lo hace evolucionar ante nuestros ojos, pero sin atisbo de complacencia, no se arrepiente nunca de pertenecer a la mafia, se hace constar que incluso siendo un testigo protegido era un hedonista que derrochaba dinero del Estado italiano, es en su imperfección donde se haya su carácter ambiguo, donde primaba la supervivencia y la venganza, siendo su familia víctima colateral de la ‘Guerra’ que enfrentó a miembros de Palermo contra los de Corleone. Abordando con valentía Belloccio como los tentáculos de la mafia se extendieron tóxicamente hasta la corrupción del poder máximo del Estado, hasta el primer ministro Giulio Andreotti. Ello sumando una ambientación notable, rodada con elegancia, teniendo como buque insignia una poderosa interpretación de Pierfrancesco Favino como el protagonista.
Es un film que tiene un excesivo metraje, donde existe cierta arritmia, tiene sus altibajos al querer abarcar en su pretenciosidad mucho y apretar poco, aunque lo poco tiene sustancia; Tiene un contradictorio comienzo en la reunión cuasi-atávica de los clanes mafiosos, conclave para alcanzar la Paz entre Parmesanos y Corleoneses. Para a continuación, sin saber quién, hay un montaje electrizante de más asesinatos cuantiosos, pero el espectador no sabe quién está cayendo, ha faltado habilidad para conectar al espectador con esto; Y es que hay un tsunami de nombres al principio con los que te pierdes, tarda en centrar el foco, y se siente dispersa hasta que pone el centro en Tomasso; Pero aunque Pierfrancesco Favino hace una carismática encarnación del ‘soplón’ al final resulta un figura tan enigmática y cerrada casi como al inicio, tipo que respira frialdad en su comportamiento, me falta mayor introspección, no lo vemos interactuar con sus hijos, apenas con su mujer, nada con su pasado de sicario, esto resta poder sentir su evolución de personalidad, se siente un delator revanchista que se siente con el poder de su confesión para ajustar cuentas. Ejemplo claro de esta gelidez se da en su relación con el juez Falcone, con el que se supone tiene una relación amistosa fuerte, donde el juez irradia con su nobleza a Buscetta, pero esto no nos llega (por lo menos a mí), me resulta una imposición del guión, esto deriva en que cuando Tomasso escucha la muerte de Falcone en el famoso atentado (no creo esto sea spoiler), y se enfurece por ello, no lo sientes natural, sino algo forzado; Las intrigas legales resultan algo farragosas y medianamente expuestas. Sumado a que cuando entramos en el Macro-juicio está muy bien filmado, con nervio, pero a la vez algo teatral en el sentido de que no vemos pruebas concluyentes alguna, solo la palabra (y muchos insultos) de unos contra otros, no me creo que hubiera sido así; Y si se quiere rascar un poquito más, se puede decir que no nos cuenta nada nuevo, llegando a parecer un hijo bastardo-europeo de la scorsesiana “Goodfellas”, con las dos protagonizadas por un soldado de la mafia que se torna en ‘informante’ cuando ve que sus superiores lo tiene enfilado. Pero le falta la cohesión y finura al entrar en la humanidad de falencias de los protagonistas.
La historia de Tomasso Buscetta también está reflejada en la TV-Movie "Falcone", en la que el personaje estaba interpretado por F. Murray Abraham, y en el magnífico documental de 2005 "In un altro paese", firmado por Marco Turco. Film seleccionado para representar a Italia en Oscar, en sección de la mejor película en idioma extranjero, no fue elegida entre las nominadas.
Las motivaciones de Tomasso Buscetta para ser el Traidor pretenden tener su explicación en la historia que este le cuenta al juez Falcone. Esto narrado en flash-back, donde a un joven Tomasso se le ordena asesinar a un tipo, Buscetta lo espera al salir de misa, cuando sale es el bautizo de su hijo, al ver al sicario la víctima coge a su bebe en brazos, entonces el código moral le impide matarlo. Lo vemos siguiendo al tipo durante años, mientras su hijo crece, y siempre con él a su lado para que el código de la Cosa Nostra contra hacer daño a los niños le sirva de escudo. Esta (inverosímil, historia, pues no me creo que durante años nos quieran hacer creer que no ha podido matarlo, más parece una fábula) historia sirve para marcar a fuego los principios éticos que existían en la mafia, donde no se mataban ni a niños ni a mujeres... (sigo en spoiler)
Es un film que tiene un excesivo metraje, donde existe cierta arritmia, tiene sus altibajos al querer abarcar en su pretenciosidad mucho y apretar poco, aunque lo poco tiene sustancia; Tiene un contradictorio comienzo en la reunión cuasi-atávica de los clanes mafiosos, conclave para alcanzar la Paz entre Parmesanos y Corleoneses. Para a continuación, sin saber quién, hay un montaje electrizante de más asesinatos cuantiosos, pero el espectador no sabe quién está cayendo, ha faltado habilidad para conectar al espectador con esto; Y es que hay un tsunami de nombres al principio con los que te pierdes, tarda en centrar el foco, y se siente dispersa hasta que pone el centro en Tomasso; Pero aunque Pierfrancesco Favino hace una carismática encarnación del ‘soplón’ al final resulta un figura tan enigmática y cerrada casi como al inicio, tipo que respira frialdad en su comportamiento, me falta mayor introspección, no lo vemos interactuar con sus hijos, apenas con su mujer, nada con su pasado de sicario, esto resta poder sentir su evolución de personalidad, se siente un delator revanchista que se siente con el poder de su confesión para ajustar cuentas. Ejemplo claro de esta gelidez se da en su relación con el juez Falcone, con el que se supone tiene una relación amistosa fuerte, donde el juez irradia con su nobleza a Buscetta, pero esto no nos llega (por lo menos a mí), me resulta una imposición del guión, esto deriva en que cuando Tomasso escucha la muerte de Falcone en el famoso atentado (no creo esto sea spoiler), y se enfurece por ello, no lo sientes natural, sino algo forzado; Las intrigas legales resultan algo farragosas y medianamente expuestas. Sumado a que cuando entramos en el Macro-juicio está muy bien filmado, con nervio, pero a la vez algo teatral en el sentido de que no vemos pruebas concluyentes alguna, solo la palabra (y muchos insultos) de unos contra otros, no me creo que hubiera sido así; Y si se quiere rascar un poquito más, se puede decir que no nos cuenta nada nuevo, llegando a parecer un hijo bastardo-europeo de la scorsesiana “Goodfellas”, con las dos protagonizadas por un soldado de la mafia que se torna en ‘informante’ cuando ve que sus superiores lo tiene enfilado. Pero le falta la cohesión y finura al entrar en la humanidad de falencias de los protagonistas.
La historia de Tomasso Buscetta también está reflejada en la TV-Movie "Falcone", en la que el personaje estaba interpretado por F. Murray Abraham, y en el magnífico documental de 2005 "In un altro paese", firmado por Marco Turco. Film seleccionado para representar a Italia en Oscar, en sección de la mejor película en idioma extranjero, no fue elegida entre las nominadas.
Las motivaciones de Tomasso Buscetta para ser el Traidor pretenden tener su explicación en la historia que este le cuenta al juez Falcone. Esto narrado en flash-back, donde a un joven Tomasso se le ordena asesinar a un tipo, Buscetta lo espera al salir de misa, cuando sale es el bautizo de su hijo, al ver al sicario la víctima coge a su bebe en brazos, entonces el código moral le impide matarlo. Lo vemos siguiendo al tipo durante años, mientras su hijo crece, y siempre con él a su lado para que el código de la Cosa Nostra contra hacer daño a los niños le sirva de escudo. Esta (inverosímil, historia, pues no me creo que durante años nos quieran hacer creer que no ha podido matarlo, más parece una fábula) historia sirve para marcar a fuego los principios éticos que existían en la mafia, donde no se mataban ni a niños ni a mujeres... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... Esto como motivación para ser el Traidor, al no respetar ahora el gerifalte de turno (Toto Riina) estas normas ancestrales. Al final se retoma esta historia para darle una conclusión.
Tiene un arranque poderoso con la escenificación de una reunión de clanes mafiosos en 1980, cumbre para limar rencillas entre grupos rivales, donde el plato fuerte es el reparto del mercado de heroína en Italia. Ello con acercamiento de cámara a esos rostros que destilan villanía inquietante, en esa iluminación druida de antorchas al aire libre en la playa. Buscetta se presenta como contrario a esta droga, esgrimiendo como su hijo está enganchado a ella.
Después nos adentramos en un ritmo irregular en un relato de decadencia de la mafia, con varios aciertos (ingenioso el modo de contar en sobreimpresionado el número de asesinados) y otras tantas taras. Relatando con estilo frío la forma en que la corrupción se ha ido cual hidra, introduciéndose en todas las instituciones de poder italianas. Pero también hay monetos en que uno se pierde entre tanta acumulación e nombres y de saltos temporales.
El Macro Juicio se lleva gran parte de la atención en su escenificación realista de lo que fue. Una gran sala de tribunal rodeada por jaulas con los capos mafiosos acusados, donde además los vemos fumar, jugar a las cartas, despotricar contra los acusadores, hacer gestos obscenos, uno aparece un día con una perfomance de tener los labios cosidos, otro día un grupo de esposas plañideras interrumpen el juicio, parece un circo caótico. Pero estos tramos tienen peros, y es que canta el maquillaje de los acusados, y resultan muy pasados de vueltas los momentos, cuasi un manicomio, rozando en algún momento lo caricaturesco. Aunque lo salvan Favino con sus arrolladores apariciones, fulgente en su poderío.
Tomasso Buscetta lo abordamos in media res, nunca vemos como ascendió, o como utilizaba su poder, es por ello que nos falta información para dar un semblante más hondo del rol. Sus ententes con el magistrado Falcone resultan poco trabajados para nos llegue una supuesta química que haga creíble la reacción de Buscetta, y no que resulte forzada. Se nos presenta el gangster como un hedonista mujeriego sin aspiraciones de liderazgo. De su personalidad habla una cruda escena de cuando está en prisión y tiene un vis a vis con una mujer en un habitación de la cárcel. Cuando espera ve que hay un anciano muerto sobre una cama, fríamente tapa el rostro del cadáver. Sujeto a códigos de honor estrictos, que detestaba el tráfico de drogas. Cuando le vio las orejas al lobo (Toto Riina) huyó a Brasil, siendo su anhelo morir tranquilamente en su cama de anciano. Evolucionando de modo paranoico cuando era testigo protegido. Pierfrancesco Favino lo encarna con un porte poderoso, con carácter, con fuerte personalidad en los enfrentamientos en la corte, con sufrimiento desgarrador cuando ve a sus mujer vejada en el helicóptero.
Rodándose en escenarios naturales de Rio de Janeiro-Brazil, Roma, Palermo, Licata, Londres, y Colonia-RFA, y en los MMC Studios de Colonia. Ello filtrado por la notable cinematografía de Vladan Radovic (“Calabria”), con filtros granulados que nos hacen sentir viendo imágenes del pasado, con hermosas panorámicas de Rio de janeiro, captando el caos del macro juicio, con dureza en las secuencias de los asesinatos; Esto adornado por una solemne partitura musical de Nicola Piovani (“La vida es bella”), con claros efluvios sacros, hay inserciones de temas étnicos, como el mexicano “Historia de un amor” que suena durante la escena de los helicópteros brasileiros, o el tema operístico "Va, pensiero" de Nabucco durante la sentencia del juicio.
Buscetta vivió sus últimos años encubierto en los Estados Unidos, donde murió en 2000, rodeado del afecto de los hijos de su última esposa.
Me queda una película con muchas irregularidades, que se cree más de lo que termina siendo, pero que sabe alternar os buenos tramos. Fuerza y honor!!!
Tiene un arranque poderoso con la escenificación de una reunión de clanes mafiosos en 1980, cumbre para limar rencillas entre grupos rivales, donde el plato fuerte es el reparto del mercado de heroína en Italia. Ello con acercamiento de cámara a esos rostros que destilan villanía inquietante, en esa iluminación druida de antorchas al aire libre en la playa. Buscetta se presenta como contrario a esta droga, esgrimiendo como su hijo está enganchado a ella.
Después nos adentramos en un ritmo irregular en un relato de decadencia de la mafia, con varios aciertos (ingenioso el modo de contar en sobreimpresionado el número de asesinados) y otras tantas taras. Relatando con estilo frío la forma en que la corrupción se ha ido cual hidra, introduciéndose en todas las instituciones de poder italianas. Pero también hay monetos en que uno se pierde entre tanta acumulación e nombres y de saltos temporales.
El Macro Juicio se lleva gran parte de la atención en su escenificación realista de lo que fue. Una gran sala de tribunal rodeada por jaulas con los capos mafiosos acusados, donde además los vemos fumar, jugar a las cartas, despotricar contra los acusadores, hacer gestos obscenos, uno aparece un día con una perfomance de tener los labios cosidos, otro día un grupo de esposas plañideras interrumpen el juicio, parece un circo caótico. Pero estos tramos tienen peros, y es que canta el maquillaje de los acusados, y resultan muy pasados de vueltas los momentos, cuasi un manicomio, rozando en algún momento lo caricaturesco. Aunque lo salvan Favino con sus arrolladores apariciones, fulgente en su poderío.
Tomasso Buscetta lo abordamos in media res, nunca vemos como ascendió, o como utilizaba su poder, es por ello que nos falta información para dar un semblante más hondo del rol. Sus ententes con el magistrado Falcone resultan poco trabajados para nos llegue una supuesta química que haga creíble la reacción de Buscetta, y no que resulte forzada. Se nos presenta el gangster como un hedonista mujeriego sin aspiraciones de liderazgo. De su personalidad habla una cruda escena de cuando está en prisión y tiene un vis a vis con una mujer en un habitación de la cárcel. Cuando espera ve que hay un anciano muerto sobre una cama, fríamente tapa el rostro del cadáver. Sujeto a códigos de honor estrictos, que detestaba el tráfico de drogas. Cuando le vio las orejas al lobo (Toto Riina) huyó a Brasil, siendo su anhelo morir tranquilamente en su cama de anciano. Evolucionando de modo paranoico cuando era testigo protegido. Pierfrancesco Favino lo encarna con un porte poderoso, con carácter, con fuerte personalidad en los enfrentamientos en la corte, con sufrimiento desgarrador cuando ve a sus mujer vejada en el helicóptero.
Rodándose en escenarios naturales de Rio de Janeiro-Brazil, Roma, Palermo, Licata, Londres, y Colonia-RFA, y en los MMC Studios de Colonia. Ello filtrado por la notable cinematografía de Vladan Radovic (“Calabria”), con filtros granulados que nos hacen sentir viendo imágenes del pasado, con hermosas panorámicas de Rio de janeiro, captando el caos del macro juicio, con dureza en las secuencias de los asesinatos; Esto adornado por una solemne partitura musical de Nicola Piovani (“La vida es bella”), con claros efluvios sacros, hay inserciones de temas étnicos, como el mexicano “Historia de un amor” que suena durante la escena de los helicópteros brasileiros, o el tema operístico "Va, pensiero" de Nabucco durante la sentencia del juicio.
Buscetta vivió sus últimos años encubierto en los Estados Unidos, donde murió en 2000, rodeado del afecto de los hijos de su última esposa.
Me queda una película con muchas irregularidades, que se cree más de lo que termina siendo, pero que sabe alternar os buenos tramos. Fuerza y honor!!!