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Voto de Johan Liebhart:
7
22 de noviembre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
«El hombre sin piernas» es un film excepcional que sigue sorprendiendo a propios y extraños a un siglo de su estreno por lo retorcido y siniestro de su argumento. Producida antes de la reforma censora del código Hays, se permite retratar un suburbio criminal con insinuaciones a la prostitución, personajes toxicómanos y escenas de explotación laboral. Chaney encarna al protagónico Blizzard, un líder de los bajos fondos al cual un médico le amputó las piernas por error cuando era niño. Su venganza, años más tarde, será el motivo central de la trama.
El director, Wallace Worsley, quería a Chaney a toda costa y pensaba utilizar encuadres cerrados y ángulos trucados para simular que no tenía piernas. Sin embargo, esos recursos limitaban el ritmo y la composición de los planos. Entonces, Chaney, abogando por un mayor realismo, diseñó un arnés de cuero para agarrar sus piernas y pegarlas a la espalda. Vistiendo una larga gabardina que disimulaba el bulto y con unas hendiduras donde meter sus rodillas para que aparentaran muñones consiguió simular que no tenía piernas. Tanto, que la productora debió incluir imágenes de Chaney con piernas subiendo escaleras porque la gente pensaba que se trataba de un lisiado de verdad. No obstante, la excelente caracterización física comportaba un extremo dolor que solo le permitía actuar durante un máximo de veinte minutos. Y aún con ello, su gran limitación física no coartaba su carisma expresivo. Sigo en la sección de spoiler con algunos ejemplos que desgranan los matices de su increíble actuación.
El director, Wallace Worsley, quería a Chaney a toda costa y pensaba utilizar encuadres cerrados y ángulos trucados para simular que no tenía piernas. Sin embargo, esos recursos limitaban el ritmo y la composición de los planos. Entonces, Chaney, abogando por un mayor realismo, diseñó un arnés de cuero para agarrar sus piernas y pegarlas a la espalda. Vistiendo una larga gabardina que disimulaba el bulto y con unas hendiduras donde meter sus rodillas para que aparentaran muñones consiguió simular que no tenía piernas. Tanto, que la productora debió incluir imágenes de Chaney con piernas subiendo escaleras porque la gente pensaba que se trataba de un lisiado de verdad. No obstante, la excelente caracterización física comportaba un extremo dolor que solo le permitía actuar durante un máximo de veinte minutos. Y aún con ello, su gran limitación física no coartaba su carisma expresivo. Sigo en la sección de spoiler con algunos ejemplos que desgranan los matices de su increíble actuación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En una escena, Blizzard (Chaney) debe revisar la producción de su fábrica clandestina de sombreros. Subido a la mesa de las mujeres que retiene como trabajadoras, comienza a mirar la producción con un rostro muy severo, frunciendo el ceño. Cuando encuentra un sombrero mal hecho comienza a atizar a la trabajadora responsable y la agarra del pelo apretando los labios con rabia. Finalmente, la sacude contra la mesa y amenaza a las demás trabajadoras con la muleta. Todo ello con una gestualidad natural inaudita teniendo en cuenta sus circunstancias físicas.
Con esta escena situada al principio de la película, Chaney define el desprecio con el que trata a las personas Blizzard. Cada vez que aprieta el puño aumenta su determinación vengativa. Un motor gestual que determina su rabia a cada tramo de la cinta. Matices que incorpora, dada su veteranía en este tipo de roles, y que confirman como apunta Caith_Sith a una caracterización paradigmática del villano clásico. Las risas malignas forzadas, las miradas fijas de odio, las frases irónicas y sentenciosas, la postura corporal amenazante y el maquillaje oscuro, que remarca las sombras en la cuenca de los ojos (recurso que se utilizaría al extremo en el expresionismo alemán) son algunas características presentes en Blizzard. Sin embargo, hay algo más que redondea y encumbra a todos los grandes villanos encarnados por Chaney. Algo que los separa del odio unidimensional, volviendo sus acciones más ambiguas, humanizándolos. Se trata del amor, del deseo de amor que les mueve y les obsesiona más allá de sus tramas criminales, el amor que expresan y que nunca es correspondido.
Otra escena de esta película lo hace evidente. Bien avanzada la trama, Blizzard se introduce metódicamente en la vida de la hija del médico que le mutiló. Ella es escultora, por ello, él se presta de modelo para la escultura que está realizando sobre “El satán caído. Llegamos a un momento donde después de varias escenas juntos, ella le adula y lo trata con cariño. Los ojos de Blizzard se iluminan y hace ademán de cerrar el puño (determinación, rabia), pero finalmente lo abre. Una simbología gestual de vacilación que añade Chaney para lo que va a venir. El déspota y resentido Blizzard abre su corazón por primera vez e impulsivamente le confiesa su amor. La respuesta, desgraciadamente, es una carcajada. Entonces, Blizzard, pierde los estribos y trata de estrangularla, pero cae del pedestal donde se encontraba (El satán caído se literaliza). Y la chica retrocede espantada. El rechazo es absoluto, pero Blizzard se acaba escaqueando fingiendo un malentendido.
Una escena brillantemente actuada y dirigida con unos primeros planos que permiten ver la evolución de las emociones en el rostro de Chaney y la reacción de la chica.
Las confesiones frustradas serían icónicas en su filmografía y acabaron llevándole a un prototipo de personaje romántico empedernido que nunca consigue a la chica. Una versión fatalista del boy-meets-girl. Muchas veces, el personaje ni siquiera llegaba a confesar su amor, profesándolo en secreto o esperando continuamente un momento idóneo que nunca llegaba. Son muchos los ejemplos de su carrera posterior vinculados a esta temática, alcanzando su esplendor en "El que recibe el bofetón" (1924) de Sjöström y su extremo en "Garras Humanas "(1927) junto al maestro del terror Tod Browning. Grandes obras que espero reseñar más adelante, en esta, mi particular celebración del legendario Lon Chaney.
Crítica/s anterior/es:
Celebrando al gran Lon Chaney I - Inicios: https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/3663243/993191.html
Con esta escena situada al principio de la película, Chaney define el desprecio con el que trata a las personas Blizzard. Cada vez que aprieta el puño aumenta su determinación vengativa. Un motor gestual que determina su rabia a cada tramo de la cinta. Matices que incorpora, dada su veteranía en este tipo de roles, y que confirman como apunta Caith_Sith a una caracterización paradigmática del villano clásico. Las risas malignas forzadas, las miradas fijas de odio, las frases irónicas y sentenciosas, la postura corporal amenazante y el maquillaje oscuro, que remarca las sombras en la cuenca de los ojos (recurso que se utilizaría al extremo en el expresionismo alemán) son algunas características presentes en Blizzard. Sin embargo, hay algo más que redondea y encumbra a todos los grandes villanos encarnados por Chaney. Algo que los separa del odio unidimensional, volviendo sus acciones más ambiguas, humanizándolos. Se trata del amor, del deseo de amor que les mueve y les obsesiona más allá de sus tramas criminales, el amor que expresan y que nunca es correspondido.
Otra escena de esta película lo hace evidente. Bien avanzada la trama, Blizzard se introduce metódicamente en la vida de la hija del médico que le mutiló. Ella es escultora, por ello, él se presta de modelo para la escultura que está realizando sobre “El satán caído. Llegamos a un momento donde después de varias escenas juntos, ella le adula y lo trata con cariño. Los ojos de Blizzard se iluminan y hace ademán de cerrar el puño (determinación, rabia), pero finalmente lo abre. Una simbología gestual de vacilación que añade Chaney para lo que va a venir. El déspota y resentido Blizzard abre su corazón por primera vez e impulsivamente le confiesa su amor. La respuesta, desgraciadamente, es una carcajada. Entonces, Blizzard, pierde los estribos y trata de estrangularla, pero cae del pedestal donde se encontraba (El satán caído se literaliza). Y la chica retrocede espantada. El rechazo es absoluto, pero Blizzard se acaba escaqueando fingiendo un malentendido.
Una escena brillantemente actuada y dirigida con unos primeros planos que permiten ver la evolución de las emociones en el rostro de Chaney y la reacción de la chica.
Las confesiones frustradas serían icónicas en su filmografía y acabaron llevándole a un prototipo de personaje romántico empedernido que nunca consigue a la chica. Una versión fatalista del boy-meets-girl. Muchas veces, el personaje ni siquiera llegaba a confesar su amor, profesándolo en secreto o esperando continuamente un momento idóneo que nunca llegaba. Son muchos los ejemplos de su carrera posterior vinculados a esta temática, alcanzando su esplendor en "El que recibe el bofetón" (1924) de Sjöström y su extremo en "Garras Humanas "(1927) junto al maestro del terror Tod Browning. Grandes obras que espero reseñar más adelante, en esta, mi particular celebración del legendario Lon Chaney.
Crítica/s anterior/es:
Celebrando al gran Lon Chaney I - Inicios: https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/3663243/993191.html