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Voto de The Motorcycle Boy:
8
7,8
148.584
Thriller. Intriga
La memoria de Leonard, un investigador de una agencia de seguros, está irreversiblemente dañada debido a un golpe sufrido en la cabeza cuando intentaba evitar el asesinato de su mujer: éste es el último hecho que recuerda del pasado. La memoria reciente la ha perdido: los hechos cotidianos desaparecen de su mente en unos minutos. Así pues, para investigar e intentar vengar el asesinato de su esposa tiene que recurrir a la ayuda de una ... [+]
3 de agosto de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christopher Nolan sorprendía a propios y extraños con una original propuesta presentada al público en el año 2000 y titulada con el nombre de ‘Memento’. La cinta en sí supuso una bocanada de aire fresco principalmente debido a su particular montaje, con una puesta en escena diferenciada en dos grandes bloques (blanco y negro para el presente y la reflexión, color para la acción en sí), y esa original línea argumentativa (dentro de la vía color) que se encaminaba de adelante hacia atrás, siendo una pieza única dentro del panorama cinematográfico (así a grandes rasgos), convirtiéndose en objeto de pedantería para unos (oh! qué moderno es este Nolan!), en un simple absurdo para otros (vaya lío! no la entiendo!), o en una obra maestra (gran coherencia entre la historia y la forma de plasmar ésta) para gente como yo.
Un guión formidable el escrito por el cineasta firmante, asentado sobre la historia de su propio hermano, Jonathan Nolan, y que sugería una adictiva e hipnótica trama en la que el espectador sucumbía ante los atractivos de ese individuo (papelón de Guy Pearce) con sed de venganza por la muerte de su esposa. Puede que si el montaje fuese realizado de distinta forma, la cosa pareciera más sencilla. Y es cierto, aunque más que parecer sencilla, la historia perdería su sentido, principalmente porque Memento no es un film de suspense al uso. Es decir, no se trata de un macabro crimen y de esclarecerlo. Aquí, eso es lo de menos. La esencia no es otra que la confusión (y ella no se lograría de otra forma). Empaparse, desde el primer plano, de la vida de Lenny, de su particular forma de vivir. En coherencia con ello, con ese majestuoso guión, va estructurado el film, con un montaje tan singular y único que lanzó al estrellato, a la obra de culto, a Memento. Christopher Nolan ponía el dedo en la llaga de una novedosa manera, jugando al escondite entre asesinos y justicieros, entre fotografías, notas y tatuajes, pero sin salirse un ápice del tema principal: retratar (y de qué manera) esa terrible enfermedad y sus consecuencias.
Un guión formidable el escrito por el cineasta firmante, asentado sobre la historia de su propio hermano, Jonathan Nolan, y que sugería una adictiva e hipnótica trama en la que el espectador sucumbía ante los atractivos de ese individuo (papelón de Guy Pearce) con sed de venganza por la muerte de su esposa. Puede que si el montaje fuese realizado de distinta forma, la cosa pareciera más sencilla. Y es cierto, aunque más que parecer sencilla, la historia perdería su sentido, principalmente porque Memento no es un film de suspense al uso. Es decir, no se trata de un macabro crimen y de esclarecerlo. Aquí, eso es lo de menos. La esencia no es otra que la confusión (y ella no se lograría de otra forma). Empaparse, desde el primer plano, de la vida de Lenny, de su particular forma de vivir. En coherencia con ello, con ese majestuoso guión, va estructurado el film, con un montaje tan singular y único que lanzó al estrellato, a la obra de culto, a Memento. Christopher Nolan ponía el dedo en la llaga de una novedosa manera, jugando al escondite entre asesinos y justicieros, entre fotografías, notas y tatuajes, pero sin salirse un ápice del tema principal: retratar (y de qué manera) esa terrible enfermedad y sus consecuencias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Lenny aparece en la habitación de un mugroso motel. Tiene una particular enfermedad (cierta en la realidad) que le hace no guardar recuerdos más allá de los dos minutos anteriores al momento en cuestión que está viviendo. Sin embargo, sí puede recordar todo lo anterior al traumático acontecimiento que le hizo padecer la enfermedad. En su caso, ésta vino provocada por el asalto de dos tipos a su casa, los cuáles violaron y asesinaron a su mujer, y apalizaron a Lenny, dejando en él como huella imborrable tan padecida enfermedad.
Con esa idea, la búsqueda de John G., el presunto asesino de su esposa, se convierte en el motor del film. Lenny se mueve en su búsqueda. Con su particular ritual para no perder el orden, ese surgido como antítesis a Sammy Jenkins, un tipo con la misma enfermedad que no logró habituarse a ella. Sin embargo, todo lo retratado hasta ese momento se viene abajo en el momento en que se desvela el misterio, la verdad: Su esposa no falleció aquella noche. Él la mató por las inyecciones de insulina (la historia de Sammy se entrelaza con la de Lenny). A partir de ahí, se creó su desconcertante mundo, ese nacido por la desasogante y aterradora enfermedad. Un mundo en el que asesinar a varios pares de John G. no supone problema alguno, porque al fin y al cabo no recuerdas al anterior. Un mundo en el que gente como Natalie o Teddy no son más que peones de un juego macabro, gente que se aprovecha (o se perjudica) relacionándose con un desvalido como Lenny. Un mundo en el que uno no llega a saber porqué corre, o porqué conduce tal coche, o porqué está en tal sitio. En fin, una soberana lección de cine.
Con esa idea, la búsqueda de John G., el presunto asesino de su esposa, se convierte en el motor del film. Lenny se mueve en su búsqueda. Con su particular ritual para no perder el orden, ese surgido como antítesis a Sammy Jenkins, un tipo con la misma enfermedad que no logró habituarse a ella. Sin embargo, todo lo retratado hasta ese momento se viene abajo en el momento en que se desvela el misterio, la verdad: Su esposa no falleció aquella noche. Él la mató por las inyecciones de insulina (la historia de Sammy se entrelaza con la de Lenny). A partir de ahí, se creó su desconcertante mundo, ese nacido por la desasogante y aterradora enfermedad. Un mundo en el que asesinar a varios pares de John G. no supone problema alguno, porque al fin y al cabo no recuerdas al anterior. Un mundo en el que gente como Natalie o Teddy no son más que peones de un juego macabro, gente que se aprovecha (o se perjudica) relacionándose con un desvalido como Lenny. Un mundo en el que uno no llega a saber porqué corre, o porqué conduce tal coche, o porqué está en tal sitio. En fin, una soberana lección de cine.