Secuela de la aclamada Drácula (Terence Fisher, 1958), que no cuenta en este caso con el legendario Christopher Lee (El Hombre de Mimbre, 1973), en su icónico papel del Conde Drácula. La película está dirigida por el director responsable de muchos títulos con mucha fama entre el cine de género clásico, como La Maldición de Frankenstein (1957), o La Momia (1959), y está protagonizada por Peter Cushing (El Perro de los Baskerville, 1959), y Yvonne Monlaur (El Terror de los Tongs, 1961).

Después de que el joven barón Meinster sufra la mordedura del conde Drácula, para impedir que actúe como un vampiro, su madre decide confinarlo en sus habitaciones. Sin embargo, una joven lo libera sin sospechar las consecuencias de su acción.(FilmAffinity)

Está nueva entrega de Drácula, prescinde de la figura del mítico vampiro, interpretado genuinamente por Christopher Lee, lo cual ya de por sí resta enteros al conjunto, a lo que se suma el cambio del vampiro principal por David Peel (Los Que Se Arriesgan, 1954), que no pasa de la mediocridad. La trama que se nos cuenta, es simple, con un vampiro que esta transformando mujeres, y Van Helsing, interpretado por el siempre solvente Peter Cushing, es el gran atractivo de la película. Las actuaciones están solventes exceptuando el ya nombrado David Peel, y los efectos y decorados son los típicos en las producciones de la Hammer de la época, por lo que uno sabe a lo que va.

Con un evidente bajón con respecto a la primera película de esta saga del mítico vampiro, Las Novias de Drácula es una buena película que sigue el siempre interesante trayecto del Van Helsing de Cushing, a la par que nos cuenta una historia clásica de vampiros.

Nota personal 6/10