9 de julio de 2011
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Están ante un drama poco convincente. El protagonista conjuga fervor religioso, virtuosismo musical y pericia inusitada con un pedazo pistola que parece un trabuco. Y además es interpretado por Mickey Rourke. Me siguen en lo de poco convincente, ¿verdad? Corona su peculiar carácter haciendo cosas a ciegas. La sobrinita del párroco es invidente.
Al malo de la película, proxeneta y traficante de todo lo malo de este mundo, le sobra tiempo para dirigir una funeraria. Y no sólo eso, sino que se encarga, personalmente y con litúrgica fruición, de peinar y maquillar a los cadáveres hasta dejarlos mejor que usted y que yo. Conocedor, pues, de la ciencia de los afeites, advertirán que se administra un peluquín de antología.
Bob Hoskins, el mejor como actor, interpreta a un cura recto y cabal con un reciente pasado de militar carnicero. Cuando le profanan la iglesia, olvida los evangelios y reparte hostias a dos manos.
En fin… que no sabemos qué se tomó el guionista para inspirarse, pero al director le salió una película intrascendente, con sus buenos tópicos, y encima, aburridilla.
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