Cuarta entrega de la ya longeva saga pirata iniciada por Verbinski en el 2003, esta nueva iteración de las aventuras de Sparrow y Cia ha sido escrita y estructura con el claro objetivo de relanzar una nueva trilogía presta a abordar y conquistar de nuevo la taquilla de medio mundo.
Insipida hasta decir basta. Alargando una trama que se podría haber agilizado con menos tiempo de metraje. Una historia estirada hasta la extenuación (2h 20 min aprox.) Visualmente cumple, pero tampoco asombra. Sparrow se ha convertido en una parodia de sí mismo.
Jack Sparrow, personaje que empezó en esta saga con mucho más riesgo, con una ambiguedad moral muchísimo más marcada, con un toque gamberro mucho más divertido, ha perdido definitivamente su esencia. Lo han convertido en un personaje políticamente correcto disfrazado de bufón rebelde. Ni él, ni ningún secundario aportan un gramo de chispa a un guión predecible hasta en sus comas, enteramente mediocre, plagado de unos dialogos para enmarcar de lo absurdos que resultan, de esos que llegan a causar verdadera vergüenza ajena, especialmente cuando pretenden ser graciosos.
Se perciben muy claramente los mimbres para levantar una nueva trilogía, con parejita joven y mona incluída (Sirena y Marinero por si se echaba en falta el romanticismo, igualando, especialmente él, la irritable melosidad y ñoñería de la pareja precedente, Bloom y Knightley). El interes amoroso de Sparrow, la machona Cruz, apenas interesa.
¿Nuestra Pé? Sin más, cumpliendo con corrección.