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Voto de Oscar Montesinos:
8
Drama. Comedia Mientras se producen una serie de hechos que parecen anunciar un próximo caos, un hombre comienza, gradualmente, a ser consciente de lo absurdo del mundo y de lo difícil que resulta comportarse y vivir como un ser humano. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No había visto nada del director sueco con antelación pero me habían hablado maravillas de él y sus propuestas artísticas. Así que me enfrenté a esta película con una visión virgen y claro, me sorprendí. No suelo ver películas de este estilo tan artístico, autora y fuera de norma no porque no me interese sino porque considero que primero debo ver el cine clásico sobre el que estás películas rompen. A pesar de eso, disfrute la película como viaje onírico y complicado, como experiencia vital junto a unas 60 personas en una sala a oscuras, todas ellas recibiendo las mismas imágenes y experimentando sensaciones distintas.

Cuanto más pienso en la película menos entiendo y más puntos de vista y significaciones encuentro. Para empezar la estructura convencional del relato se fracciona y aunque algunos personajes se repitan las escenas son aparentemente inconexas, cada una con su propio conflicto y circunstancia dada. Pero según se van sucediendo una escena tras otra el fondo de las mismas comienza a salir a la luz, una especie de crítica sobre la sociedad contemporánea y un grito de agonía existencialista que nubla la vida de todos los personajes. Una sociedad que convierte lo espiritual en negocio (venta de crucifijos) y fracasa porque ya no hay espiritualidad, una sociedad que ya no ama, una sociedad que vive en un constante atasco y que carga con tanto equipaje que no puede caminar. Todo esto por supuesto son metáforas meticulosamente construidas que interaccionan con el espectador.

El film está construido a base de acción-reacción con el espectador, Andersson propone una situación poética, una metáfora existencial, y el espectador debe preguntarse que se le está pretendiendo contar. Hay una relación puramente intelectual entre el espectador y el film, y si debe seguir el juego para permanecer dentro de la película, hay que aceptar las normas del juego. La maestría del director está en combinar un planteamiento similar al de otro autores intelectuales como Godard con un trasfondo nacido del dadaísmo vanguardista y el surrealismo del método automático, por el cual el creador deja fluir su mente hasta que el subconsciente aflora libre de la opresa voluntad. Algunas escenas tienen una clara intención crítica, pero otras parece que se acercan más al viaje onírico y surrealista que se propone, compensando el esfuerzo intelectual con una liberación hilarante y absurda. Parece como sí fuese un sueño, las imágenes y la puesta en escena se acercan al subconsciente personal e íntimo del espectador a través sobre todo de la construcción temporal y las acciones y reacciones de los personajes. Todas las escenas comienzan en media res, como en los sueños, todas tienen varios planos espaciales de profundidad, varias acciones ocurriendo al mismo tiempo y en todas los actores mantienen un tono exagerado dentro de una interpretación nada realista. Como en los sueños, las emociones se revelan evidentes pero ilógicas, no se sabe porque suceden pero esta claro lo que sienten.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Oscar Montesinos
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