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España España · Barcelona
Voto de Alvaro_Pelis:
9
Drama. Thriller Grace llega al remoto pueblo de Dogville huyendo de una banda de gángsters. Persuadidos por las palabras de Tom, que se ha erigido en portavoz de la comunidad, los vecinos se avienen a ocultarla. Grace, a cambio, trabaja para ellos. Sin embargo, cuando Dogville sea sometido a una intensa vigilancia policial para dar con la fugitiva, sus habitantes exigirán a Grace otros servicios que les compensen del peligro que corren al darle cobijo. ... [+]
16 de enero de 2023
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obviando la cantidad de interpretaciones, mensajes y temáticas de la historia que trata “Dogville”, me gusta ver esta película por su aportación al cine, es decir, sus imágenes. Cualquiera que lea la sinopsis sin haber visto ninguna imagen, se imaginará una película de época ambientada en un pueblo rural real de los años 30. Y quizá, al ver la película, esa persona se decepcione. Pensará: “¿qué pasa? ¿no tenían presupuesto?”. Pues lo cierto es que Lars von Trier gastó nada menos que 10 millones de dólares. Por lo que, evidentemente, la escasez de escenarios, decorados y atrezzo es intencional. Pero, ¿por qué? Porque, desde mi punto de vista, de lo que trata realmente “Dogville” es de la esencia del cine.

Muchos dicen que el cine es el arte más completo porque recopila todas las artes. Pero “Dogville” demuestra que no es verdad, ya que el cine puede emocionar a través de su propia narrativa. No hacen falta grandes paisajes o edificios, ni una gran fotografía. La película propone una narrativa puramente cinematográfica, aunque apoyada inevitablemente por una literaria. “Dogville” pone el cine al desnudo al quitarle los recursos más tangibles y demostrar que en realidad lo único que hace falta para emocionar es imaginación, y no realismo.
Esta es una película anti-realista. Muchos piensan que la mejor pintura es la que retrata a la perfección la realidad, el fotorrealismo. Pero lo único que se consigue es técnica. Pintores como Picasso demuestran que, aún teniendo técnica para hacer fotorrealismo, prefieren pintar el mundo a través de otra perspectiva. En el caso de Picasso, a través de todas las perspectivas a la vez. Y así, el resultado es uno mucho más complejo.
“Dogville” hace algo parecido. No es la ejecución, sino la intención. Que una película tenga una localización más impresionante o realista no significa que pueda emocionar más. Von Trier busca la complicidad con el espectador para que todos nos creamos la historia aunque se de en un lugar "hipotético". Se trata de ponerle un límite al escenario para encontrar la manera de contar la historia sin salirse literalmente de ellos.
Cuando la película se sale de los límites, como el momento donde Nicole Kidman está oculta en la furgoneta con las manzanas, la puesta en escena, con ese plano cenital fijo, encuentra la manera de esconder lo que hay fuera. De este modo, los límites del escenario determinan también los límites de la pantalla. Por poner otros ejemplos, cuando un personaje sale del pueblo, la película corta la escena, ya que no podemos ver a dónde va. O cuando los personajes llegan al pueblo desde la nada, la escena empieza justo en el momento en el que llegan. Así, la historia y el montaje se adaptan a los límites del escenario y, en consecuencia, al estilo de la película. Lo mejor es que, aún con estos márgenes, la historia se logra construir con coherencia y unas elipsis bien buscadas. Con tanta limitación pero a la vez tanta experimentación, las imágenes y las situaciones se vuelven lo más concretas posible y, por lo tanto, imposibles de olvidar.

Aunque es cierto que “Dogville” bebe mucho de la narrativa teatral ya que, siguiendo estas lógicas, el tratamiento de las imágenes no debería tener ningún valor. Pero Von Trier se lo da, haciendo que la cámara se acerque a los personajes para que el espectador los conozca con mucha más profundidad que en una obra teatral. Y ahí es donde se rompe la línea que separa esta película de una obra de teatro: el director es quien se encarga de dirigir la mirada del espectador en un punto en concreto, no como en el teatro, donde el espectador tiene un margen de mirada mucho más amplio. Porque de eso se trata el cine, de manipular al espectador para hacer que se fije en unas cosas y no se fije en otras, lo que hay dentro de cuadro y lo que hay en fuera de campo, cosa que en este caso se relaciona directamente con la historia. Una historia que trata sobre el deseo, lo íntimo, la crueldad, lo secreto, lo público y lo privado. El deseo por conocerlo todo o el deseo por conocer solo las cosas que uno quiere, lo que realmente le importa. De eso trata “Dogville”. Y la manera de filmar el escenario y los personajes tiene totalmente en cuenta la historia o, mejor dicho, el punto de vista. Cuando nos identificamos con el pueblo, los límites de la pantalla se amplian a todo el escenario. Cuando estamos en un momento íntimo entre los dos protagonistas, la cámara nos encierra en ellos. O cuando en el clímax, sin revelar nada de la historia, el guion da un giro de tuerca, Von Trier nos obliga a cambiar de punto de vista, por mucho que nos duela.

El hecho de limitar la localización, el atrezzo, la arquitectura e incluso el sonido, da margen al director para experimentar con la historia y los actores. La esencia del teatro, con su escenario limitado, se pone de acuerdo con la esencia del cine, la pantalla limitada, para jugar con lo que mostrar o no mostrar de la manera más esencial posible.
“Dogville” es un ensayo sobre lo que significa la puesta en escena en el cine, y demuestra que sólo a través del empeño que le pone el director, junto a los actores y el guion, se puede construir una historia conmovedora o desquiciada. Demuestra la importancia del cómo por encima del qué. Pone el límite donde empieza lo mínimo necesario para contar una historia en el cine.

Pienso que “Dogville” no es una película que lo tenga todo, y puede que para algunos sea algo difícil de ver. Pero es una película única y muy influyente para el cine contemporáneo. Es una historia maravillosamente narrada, con un ritmo perfecto y unos subtextos que hablan sobre la moral, la crueldad y la sociedad. Prescinde de casi cualquier tipo de influencia artística y utiliza una naturaleza completamente única.
La historia se adapta al estilo, y no al revés. Es la reinvención de la puesta en escena. La contradicción entre la limitación material, pero la ilimitación emocional.
Una película que brinda por el cine.
Alvaro_Pelis
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