Pixar sigue explotando una franquicia que llegó a la calidad máxima con su tercera entrega, ahora con un spin off aburridísimo, en el que se toman una hora para plantear el problema emocional de Buzz, el protagonista, que luego se resuelve casi instantáneamente cuando cambia de forma de pensar en un pestañear, de manera melosa y sin estar justificada, con un guion paupérrimo que no hace nada bien.

Esta es la típica película mal escrita que necesita de personajes inútiles "entrañables" (que en realidad son insoportables y/o estúpidos, como el que fácilmente interpreta Taika Waititi) para que cometan errores que propulsen la historia y "llenen de tensión" secuencias de acción mal diseñadas que normalmente no la tendrían (*).

Por último algo del antagonista, mejor que otras ocasiones, pero ejecutado de manera mediocre, sin fuerza, nunca llegamos a sentir una amenaza tan fuerte como lo eran los villanos de la primera y tercera película. Eso sí, el CGI es una preciosura increíble.