Sin duda, es un hito del cine francés, una maravillosa obra modernista que combina una intensa historia de amor con una reflexión sombría sobre la inhumanidad del hombre hacia el hombre. Es una película que todavía tiene una importante resonancia, no sólo porque se trata de temas universales e inmutables, sino porque aporta una proximidad aterradora a la perspectiva de la aniquilación nuclear. El amor y el holocausto nuclear puede que no suenen como compañeros de cama plausibles pero su acercamiento en esta película es extremadamente eficaz y lleva a casa la gran paradoja de la experiencia humana, nuestra capacidad de amar y de hacer la guerra con la misma intensidad.

Resnais firmó aquí un poema cinematográfico inolvidable que va mucho más allá del pretexto inicial de un monumento conmemorativo en Hiroshima. Centrado, como toda la obra posterior de director en una interpenetración de temas como el amor, la muerte y la memoria, la película corre el hilo de una melodía inquietante que extrae su sustancia simultáneamente en las imágenes de un hermosa fotografía en el texto de Duras y la música de Delerue y Fusco. Se trata de una magnífica obra que emana delicadeza, belleza y dolor. Esto es a la vez un poema de amor y una palmada a un cine! Una película innovadora de su ritmo, su imagen y su excelente logro. En 91 minutos, esta película nos muestra el amor en todo su esplendor y complejidad.