Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
9
8,1
9.907
Documental Desde hace cuarenta años, el fotógrafo Sebastião Salgado recorre los continentes tratando de captar los cambios de la humanidad. Ha sido testigo de grandes acontecimientos que han marcado la historia reciente: conflictos internacionales, hambruna, éxodos, etc. Sin embargo, ahora decide visitar territorios vírgenes con grandiosos paisajes y fauna y flora exóticas. Se trata de un gran homenaje fotográfico a la belleza del planeta. ... [+]
26 de octubre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sal de la Tierra

«No creo en Dios, pero sí en una organización, en la evolución, en el perfeccionamiento de las especies. Hay un racionalismo profundo que existe no sólo en la especie humana. A veces se dice que somos la única especie racional, pero todas las especies lo son. Hay una profunda inteligencia en todas las cosas, en toda la vida mineral, animal y vegetal. Y los humanos formamos parte de este gran orden general». Sebastião Salgado.

Hay algo turbador en este maravilloso documental sobre el ingente y magnífico trabajo de este extraordinario fotógrafo brasileño que es Sebastião Salgado. Su hijo, Juliano Ribeiro Salgado, junto al alemán Wim Wenders, ambos fotógrafos también, directores y guionistas, crearon este poderoso, soberbio e impactante documental a partir del material fotográfico en blanco y negro de Sebastião. Su fotografía es luminosa, nítida, retrata al ser humano más desprotegido de la Tierra, a los parias; la tragedia de los grandes éxodos, en Ruanda, Etíopia, Sudán, producto de las sequías, abandonados, hacinados como animales en campamentos miserables e insalubres donde las enfermedades y la escasez de agua continúa su labor de exterminio ante la indiferencia criminal de un mundo que se vuelve hacia otro lado; la mirada de Salgado es limpia, convive con la gente, se encariña con ella y transmite en su obra la compasión que siente por sus criaturas; recoge las matanzas genocidas entre hutus y tutsis y nos muestra cientos de kilómetros de carreteras sembradas de niños, mujeres y hombres asesinados, desmembrados a machetazos o masacrados por ráfagas de fuego; viaja incansable hacia poblaciones indígenas de América Latina, visita a los tarahumaras en el norte de México, convive con las tribus del sur en Oaxaca, sube a las montañas andinas o se introduce en lo más intrincado de las selvas amazónicas de su querido Brasil al encuentro de los innaccesibles zo’é; se aproxima con irresponsable temeridad a las espectrales antorchas de los pozos de petróleo incendiados en Kuwait durante la guerra de Irak que iluminan la noche del desierto como dantescas lenguas de fuego e introduce su cámara en la fosa, un inmenso cráter, de las minas de oro de Sera Pelada, Brasil. Esa olla profunda, asfixiante como un infierno, rebozados de barro y agua, subiendo y bajando cargados como bestias por rudimentarias escaleras, acoge a 50.000 seres humanos que trabajan en condiciones pavorosas y que a Salgado le remonta a las condiciones que debieron padecer los esclavos de la construcción en el antiguo Egipto. Sin embargo, paradógicamente y a pesar de su aspecto, allí no hay esclavos. Todos y cada uno de ellos acepta su triste condición, voluntariamente, encomendando su salvación al azar de la fortuna.

Finalmente, Salgado, cansado, con el alma rota, desmoralizado, tras muchos años, después de comprobar de lo que la brutalidad del ser humano, el mayor depredador de su propia especie, es capaz, regresa a la hacienda de su padre. Sin embargo se encuentra con un panorama desolador. Las tierras están secas, el suelo erosionado, ha desaparecido la flora y la fauna tropical que un día fueron el elemento natural de aquél paraíso. Pero su esposa Lélia tiene una feliz idea. Un proyecto, un reto de proporciones formidables: repoblar el lugar con miles de las especies originales y devolverle todo su antiguo esplendor. En la actualidad es un área protegida bajo el auspicio internacional del Instituto Terra. Han crecido más de dos millones de árboles, aflorado miles de plantas endémicas y de nuevo cascadas de agua se precipitan por sus laderas; 170 especies de aves -cárabos, túrdidos, pinzones, loros- vuelven a poblar el paisaje y osos hormigueros, ocelotes, monos, mapaches y pumas habitan, otra vez y por derecho propio, la superficie de la zona.
Este extraordinario documental contiene toda la fuerza visual y dramática de un hombre que mira a su alrededor con la emoción y el ojo crítico de un gran humanista.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow