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España España · sevilla
Voto de Jlamotta:
5
Comedia Jack es un escritor de libros infantiles que se dispone a dar el salto al mundo del cine. Para ello, planea una historia de asesinos en serie. Lleva tanto tiempo con este proyecto, que se le está quedando muy adentro. Jack no espera que, una noche, tanta obsesión reviente y se materialice en una experiencia pesadillesca, en la que deambulan fantasmas, villancicos y las mujeres de la lavandería. (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El miedo es uno de los sentimientos más arraigados en el ser humano. Lo comparten mujeres y hombres fuertes y delgados, altos y bajos, negros y blancos, jóvenes y ancianos. El miedo nos hace iguales ante nuestros temores pero cada uno reacciona a su manera según su propia personalidad. Hay quien huye, hay quien pelea, hay quien intenta racionalizarlo y otros prefieren ignorarlo camuflandolo con capas y capas de humor basado en la autodefensa. El peor (y seguramente el más común) es el miedo irracional, profesar un pavor sin sentido por objetos inanimados, personas desconocidas o simplemente por la inmensa oscuridad. En la infancia desarrollamos nuestros sentidos como nunca más lo hacemos en nuestra vida, por lo tanto se tendemos a exagerar y dar connotación dramática a cualquier cosa que nos llame la atención. El interior de los armarios, el espacioso hueco de debajo de la cama, el goteo de un grifo, el crujir de la madera, un largo y oscuro pasillo como obstáculo para conseguir agua a medianoche, una atronadora tormenta, cortinas movidas por el viento y un largo etcétera. Ninguna de estas cosas puede hacernos daño en la vida real pero el problema es que hemos soñado con ellas con aspecto pesadillesco y la confusión entre realidad y ficción no está reservada exclusivamente para el cine. La influencia del mundo inconsciente en nuestro subconsciente es muy potente y demasiado real para que nuestro cerebro lo diseccione con exactitud. Por lo tanto, este miedo sin sentido muta instantáneamente en algo tan real como la almohada que toca nuestra cabeza en la cama y el término irracional pierde su razón de ser. Para los amantes de los perros es difícil de entender que otras personas los detesten o manifiesten rechazo a su presencia. Los traumas personales son tan extraños para el resto que la forma más básica de tratarlos es mediante la burla o parodia. Eso mismo debieron pensar los debutantes directores de A Fantastic Fear of Everything, Crispian Mills y Chris Hopewell, que recurrieron al genial Simon Pegg para representar la locura desde la siempre atractiva teoría de la conspiración.

La película deriva entre la comedia surrealista y el humor tradicional, logrando en pocos momentos ese necesario equilibrio entre ambos debido a una grave indefinición estructural y a una repetición masiva de gags en un corto espacio de tiempo. No obstante, la sensación de claustrofobia que justifique la opresión emocional del protagonista y su consiguiente paranoia, está muy bien lograda gracias a la utilización de recursos naturales como muebles o cortinas y algo tan sencillo como una luz roja. La fotografía proyectada abarca una gran cantidad de espacio, "acorralando" psicológicamente a Pegg. Los jóvenes realizadores apuestan por una arriesgada teatralidad, escribiendo largos monólogos descriptivos de sus pensamientos e intenciones. Muchos de ellos recurriendo a la voz en off, lo que transforma la narración en una especie de relato literario beneficioso para el ritmo global del film. Como siempre ocurre con la voz en off, depende del gusto del espectador si lo tolera o no, ya que su abuso es uno de los tics más desesperantes que puede contener un guión cinematográfico. Una banda sonora muy rockera e inspirada proporciona los mejores momentos del film, con unos Pegg y Freeman totalmente entregados a su patética musicalidad (el momento "Rap Gangsta" del actor de Zombies Party no tiene precio). Las referencias al terror de los años sesenta incluyen producciones tan emblemáticas como Roger Corman, los relatos de Edgar Allan Poe, The Haunting de Robert Wise, Psicósis del maestro Hitchcock o Suspense (The Innocents, de J. Clayton). Mención aparte merece la construcción del personaje central incluyendo la capacidad intuitiva de Sherlock llevándola hasta el extremo con una clara intención de satirizar las desmesuradas habilidades sensitivas de la creación de Arthur Conan Doyle.

Sigo en spoiler pero no es spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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