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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
7
Ciencia ficción. Thriller. Acción En un régimen totalitario de una sociedad futura, se ha conseguido eliminar la guerra a base de suprimir todas las emociones: los libros, el arte y la música están estrictamente prohibidos, y los sentimientos se consideran crímenes que deben ser castigados con la muerte. Clerick John Preston (Christian Bale) es un agente del gobierno cuya misión consiste en ejecutar a quienes desobedezcan estas reglas; sin embargo, en un cierto momento, ... [+]
19 de marzo de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una preguntita inocente: ¿a que no sabéis cual es la droga más consumida en el mundo, y con diferencia? Pues no, no es la cocaína. Tampoco es el hachís, la heroína, las anfetaminas o el éxtasis.
Es el Prozac.

Oh, sí, ya lo sé: ésta es legal, y en lugar de pasártela un colgado en el aparcamiento de una disco, te la receta un matarife con un título en psiquiatría empeñado en convencerte con vacua palabrería de que tiene pajolera idea de aquello sobre lo que pontifica; tú alma. Pero no por ello deja de ser una droga; un paraíso artificial que a cambio de “liberarte” de la angustia y de esa “infelicidad” que nos define como hombres, te convierte en un zombie incapaz de sentir y completamente estéril. Porque resulta, ésta es la cuestión, que sin la infelicidad, la angustia o la ira no puede haber verdadera alegría, ni ternura o belleza, y que sólo es posible “suprimir” la parte “mala” convirtiéndonos – a base de envenenar nuestros cerebros- en vegetales. Pero, claro está, hay muchos interesados en mantenernos así: esteriles y apáticos; obedientes y sumisos. En que nos limitemos a trabajar y consumir, que para eso estamos…

Pues bien, lo que hace esta película con absoluta brillantez, y bajo la escusa de un mundo futurista, postapocaliptico y orwelliano hasta el tuétano, es mostrarnos una imagen caricaturizada pero perfectamente reconocible de nuestra propia sociedad; un reflejo de lo que bien podría materializarse en unas décadas. Todo ello, ni que decir tiene, cargado de referencias al presente tan venenosas y lúcidas como el “Prozium”, que, bajo pena de muerte, deben inyectase periódicamente todos los ciudadanos de “Libria” para evitar el crimen de "sentir” , o la “curiosa” obsesión, que tanto recuerda a la política hipócrita de según qué estados, por mantener “la paz” a toda costa y que se traduce, ironicamente, en los más brutal represión del “terrorismo”. A esto hay que añadir una ambientación magnifica, sobria, ominosa y claustrofóbica, y algunas escenas tan memorables y espeluznantes como la de Christian Bale llorando, dominado por la emoción, al descubrir por vez primera la Novena de Beethoven.

Ésta es la parte buena.

Porque tanta valentía e inteligencia, tanta buena idea, se acaban yendo a la mierda en una última media hora desastrosa, en la que una película hasta entonces profunda y sobria pasa a convertirse en una soberana gilipollez que trata de imitar lo peor de Matrix con los más patéticos resultados; una ensalada de tiros y hostias que no se tomaría en serio ni un niño de seis años y en la que "el bueno", con un par, a base de Kung-fu de baratillo y d-efectos digitales, salva él solito al mundo.

En resumen, una película “desequilibrada”, tristemente desaprovechada, en la que una base argumental monumental y una ambientación notables acaban perdiéndose en el efectismo más barato y ruborizante.
Se la recomiendo a todo el mundo, a condición de que apague el DVD en el minuto 70.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jinete nocturno
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