Vivimos una época poco afortunada por las tecnologías, sí, digo bien. Es cierto que tienen muchas cosas positivas, pero en cuanto a las relaciones personales, ha sido una catástrofe para todos. La tecnología se hizo para acercarte a los que están lejos y lo que ha conseguido, es alejarte de los que están a tu lado.

Y ya si nos metemos en el mundo de los youtubers, influencers y demás gente que ingresan una cantidad asombrosa de dinero simplemente por tener a gente siguiéndoles, es para mear y no echar gota. Kasra Farahani aprovecha esta tendencia actual y nos propone a priori una idea interesante, el experimento de dos chavales con un vecino al cual no le tienen gran aprecio.

El trabajo consiste en aprovechando una de sus limitadas salidas de su casa, instalarle una serie de cámaras y artilugios para poder controlar no sólo sus movimientos, sino todo lo que ocurra dentro de ella. A excepción del sótano que es el que guarda el secreto más importante de la historia.

La verdad es que la peli es lenta de narices y el abuso de seguirla a través de las cámaras de los chavales se hace bastante cansino. Los chavales, ambos, son uno petardos actuando, malos de cojones, la peli la sostiene y de sobremanera cada aparición del gran James Caan, quien perturba y confunde al espectador en todo momento, porque como el guión habla de dos historias paralelas, no entiendes del todo por donde van los tiros.

Es cierto que tiene momentos grandiosos, interesantes y en especial, donde la tensión habla por si misma, lástima que esté todo a cuenta gotas. Estás viendo la peli y deseando que termine, eso no es bueno ni para el director, ni para el espectador.

En fin, ni siquiera para un mínimo entretenimiento, es mejor ver un Sálvame Deluxe.