Xander Cage no estaba muerto y regresó 15 años después, con una secuela espectacular pero que carece de las más elementales emociones que si contenía la primera y simpática película, aunque también es superior a la fallida secuela de 2005.

Ahora Cage, para volver a la acción pide armarse de un equipo de soporte, lo cual añade personajes que si bien son pintorescos añaden poco interés a la trama, el que parecía iba a aportar algo de interés y tensión al relato era la jefa que interpreta Toni Collete, que se pasa toda la película con una única expresión de “duck face” como señal inequívoca de lo mal que lo estaba pasando.

A diferencia del filme original, lo que en aquella película era frescura y diversión, en ésta se siente todo forzado, Diesel parece no haber podido quitarse de encima a su personaje más emblemático, Dominic Toretto de la saga de ‘Rápido y furioso’, que se adueña de muchas de las escenas de acción que son salvadas por el carisma del actor.

Quizá la mayor falla está en la elección del director D.J. Caruso, incapaz de rodar una secuencia de acción memorable, teniendo una historia donde todo es espectacular y adrenalínico y no logra hilar alguna secuencia que dé un poco más de vértigo.

Otro de los puntos negativos es el numeroso elenco, una especie de escuadrón suicida donde apenas se puede rescatar el personaje que interpreta Donnie Yen, recientemente visto en ‘Rogue One’, perdido entre otros personajes grises y que desentonan por completo con una saga que en su origen pretendía ser la antítesis de la saga de James Bond.

Una película que puede gustar a los fans acérrimos de la saga (los que queden) o de Vin Diesel, en un filme olvidable que no logra por lo menos igualar la simpatía y frescura que tenía la primer entrega (que además contaba con Asia Argento).


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