La escultora francesa Camille Claudel (Juliette Binoche), es internada en un centro para enfermos mentales por su familia, y permanecerá ahí sin poder crear más nada, solo ansiando el día que pueda salir del lugar, y esperando las visitas de su hermano, el poeta y dramaturgo Paul Claudel (Jean-Luc Vincent)

Bruno Dumont (La Vie de Jesus, Hadewijch, Hors Satan), experimenta en su primer película protagonizada por una superestrella; Binoche, (se dice fue ella quien buscó al director francés para solicitarle trabajar en un proyecto en conjunto), aunque la puesta en escena no cambia radicalmente respecto a sus filmes anteriores, es interesante observar el juego que se crea entre la interpretación de Binoche en la piel de Camille rodeada de verdaderos enfermos no actores.

Binoche transmite la desesperación de su personaje en prolongados primeros planos, una mirada intensa que contagia la fuerza de una interpretación controlada y explosiva al mismo tiempo, que contrasta con la forma en que Dumont muestra al resto de los enfermos, de una manera cruda y dolorosa pero todo con plena justificación en el relato.

Camille espera que su hermano Paul (Jean-Luc Vincent), un fanático religioso tanto o más desequilibrado que ella, la saque de su internación, la narración se torna un duelo entre los hermanos, y entre los actores, donde Paul se asegurará que para Camille lo mejor es mantenerla ahí recluída.

Dumont consigue otra película dura, intensa pero sustanciosa, una gran película.