Sincera y honestamente, me aburre mucho este mensaje maniqueo de buenos y malos. Tópico tras tópico, la película navega por un sinfín de situaciones vistas y recalcadas hasta la saciedad por el insufrible cine moderno. Distinguido público: ¡El cine ha muerto! Lo mató Steven Spielberg y sus secuaces, gente que sabía hacer cine al estilo clásico, pero que se vendieron a la rica industria del Dólar. Encauzaron las historias, los guiones, la cámara y la música hacia la lágrima fácil y una falsa perspectiva de la realidad.
Por favor no se dejen engañar por estos productos empaquetados de comida basura, esta película no vale nada, como todas las que se hacen hoy en día. Si ustedes saben algo de neurociencia, rápidamente comprenderán que nuestro cerebro es susceptible de emocionarse, de modo un tanto reflejo con ciertas partituras, situaciones y melodías. Los productores de Hollywood lo saben, y por ello nos timan de modo contumaz con estos productos insufribles.