Pongamos que tengo 5 jóvenes delincuentes que un buen día sin quererlo ni beberlo reciben como caido del cielo (literalmente) un superpoder. Pongamos también que los cinco son completamente distintos entre sí, rompiendo el tópico típico de que todos los macarras son iguales y que cada uno tiene sus problemas y sus dramas personales. Digamos también que usan el lenguaje de la calle, con sus palabrotas y sus gestos, sin ningún tipo de censura o edulcoramiento americanoide. Ponemos también en el mismo saco un Londres de "Callejeros" con sus barrios degradados y su clima frio y aséptico. Pues todo esto es maravillosamente posible gracias a los cinco actores que interpretan a los protagonistas, a los guionistas que les escriben los diálogos y al director que consigue recordarnos al Guy Ritchie de "Snatch" y de "RocknRolla", casi nada.