El tiempo es un antagonista invisible capaz de destruir al mejor de los guerreros, inexorable, todo lo transforma hasta dejarlo irreconocible. Los posibles planteamientos existenciales asociados al temor atávico que puede generar son innumerables, quizá por eso, el director opta por no utilizar ninguno.

En su lugar, mete a unos cuantos personajes, todos ellos fantásticos actores y actrices, pero ninguno con la posibilidad de hacer algo interesante con su personaje, ya que además de ser demasiado superficiales en su tratamiento, los diálogos van encaminados a conducir al espectador por donde el director desea que vayan, y añade una isla paradisíaca, con unos movimientos de cámara, fotografía, efectos y música más bien chapuceros.

M. Night Shyamalan siempre utiliza premisas interesantes, a partir de ahí, corre riesgos, y por lo general, aprecio su trabajo, pero tanto en este caso como en “El incidente” considero que se cae con todo el equipo y raya la más absoluta ridiculez. El ritmo que usa, lejos de implicarte con el drama o el sufrimiento de lo que padecen, casi logra que parezca un vídeo a cámara rápida más propio de Benny Hill, al menos así habría obtenido alguna risa.

Lleva la trama por los caminos más previsibles y convencionales mientras sus múltiples agujeros de guion van logrando que te distancies cada vez más, consiguiendo que cada apartado por separado esté mal hecho y que la decepción sea mayor debido al potencial de la premisa, que queda completamente desaprovechada, y que hacen que más que una cuestión de tiempo, lo sea de falta de calidad.