Media votos
8,6
Votos
381
Críticas
31
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Carnforth Greville:
10
8,0
41.496
Animación. Drama. Bélico
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Seita y Setsuko son hijos de un oficial de la marina japonesa que viven en Kobe. Un día, durante un bombardeo, no consiguen llegar a tiempo al búnker donde su madre los espera. Cuando después buscan a su madre, la encuentran malherida en la escuela, que ha sido convertida en un hospital de urgencia. (FILMAFFINITY)
21 de enero de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
Les recomiendo que, si pueden, vean esta película por escenas, dejando un tiempo, para recuperarse, entre una y otra: Será la única manera de que no se ahoguen con sus propias lágrimas.
Cinta de dibujos animados, pero, con ello, desoladora y devastadora, terrible y desesperanzada: Calificativos que tratan de describir una película que no pretende conformar un alegato contra la guerra (en palabras de su director) pero que ha sabido plasmar el dolor de los débiles más desgarradoramente que muchas películas antibelicistas.
El sufrimiento de los inocentes, como hilo conductor de un relato estremecedor y desasosegante, pero que en todo momento resulta ser contenido y sobrio, sólo dará tregua al espectador durante las cautivadoras y trágicamente bellas escenas que la magia de Ghibli ha sabido dibujar de forma antológica. Obra maestra.
Cinta de dibujos animados, pero, con ello, desoladora y devastadora, terrible y desesperanzada: Calificativos que tratan de describir una película que no pretende conformar un alegato contra la guerra (en palabras de su director) pero que ha sabido plasmar el dolor de los débiles más desgarradoramente que muchas películas antibelicistas.
El sufrimiento de los inocentes, como hilo conductor de un relato estremecedor y desasosegante, pero que en todo momento resulta ser contenido y sobrio, sólo dará tregua al espectador durante las cautivadoras y trágicamente bellas escenas que la magia de Ghibli ha sabido dibujar de forma antológica. Obra maestra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La primera película del Estudio Ghibli nos mete en un mundo muy parecido al real: La vida con su toda crudeza y belleza.
Así como en otras películas del sello Ghibli los protagonistas suelen ser chicos y chicas en tránsito desde el mundo de la niñez a la madurez, los de ésta son dos hermanos, los cuales, a causa de la guerra, han tenido que madurar de golpe, incluida la niña, con tan sólo cinco años.
Estos dos chiquillos se ven abandonados a su suerte en un mundo que se acaba, el Japón de la Segunda Guerra Mundial, huyendo de los bombardeos y teniendo como únicas referencias afectivas a su madre, fallecida como consecuencia de un ataque de la aviación norteamericana y –cada vez más lejana- a su padre, un oficial de la Armada Imperial japonesa, del que hace mucho que no tienen noticias.
Durante un tiempo, viven con una tía, más preocupada por lo que sus sobrinos puedan aportarle que por los alimentos y cuidados que necesitan: Al final, terminará por echarlos de casa. Todo lo que rodea a los protagonistas es permanentemente hostil pero, a pesar de ello, se las arreglarán para encontrar momentos de felicidad, días mejores entre muchos peores.
La película, no obstante, ofrece momentos de sublime belleza, como el vuelo de las luciérnagas, que fascinan a los dos hermanos, sobre todo a la niña; sin embargo, durante el día, verán cómo los insectos mueren masivamente y se preguntan por qué. No saben que las luciérnagas, al igual que ellos, no se alimentan: Llevan sin hacerlo desde que rompieron la crisálida al salir de su metamorfosis de larva a adulto y sólo sobrevivirán en torno a una semana, cuando agoten su reserva de energía.
La niña será la primera en morir. Es devastadora la escena en la que su hermano se ve obligado a incinerar sus restos, que recogerá en una lata de caramelos vacía, el único lujo que los dos niños pudieron disfrutar.
El chico fallecerá en una estación de metro, donde se le ve agonizar en compañía de otros infortunados muchachos como él, mientras la desnortada sociedad japonesa de entonces pasa junto a ellos, ignorándolos por completo.
La escena final muestra a los dos hermanos más allá de esta vida, serenos y felices: La niña descansando tranquila en el regazo de su hermano, mientras contemplan el Japón de la actualidad, como un soplo de esperanza, tal vez el único de toda la película.
Así como en otras películas del sello Ghibli los protagonistas suelen ser chicos y chicas en tránsito desde el mundo de la niñez a la madurez, los de ésta son dos hermanos, los cuales, a causa de la guerra, han tenido que madurar de golpe, incluida la niña, con tan sólo cinco años.
Estos dos chiquillos se ven abandonados a su suerte en un mundo que se acaba, el Japón de la Segunda Guerra Mundial, huyendo de los bombardeos y teniendo como únicas referencias afectivas a su madre, fallecida como consecuencia de un ataque de la aviación norteamericana y –cada vez más lejana- a su padre, un oficial de la Armada Imperial japonesa, del que hace mucho que no tienen noticias.
Durante un tiempo, viven con una tía, más preocupada por lo que sus sobrinos puedan aportarle que por los alimentos y cuidados que necesitan: Al final, terminará por echarlos de casa. Todo lo que rodea a los protagonistas es permanentemente hostil pero, a pesar de ello, se las arreglarán para encontrar momentos de felicidad, días mejores entre muchos peores.
La película, no obstante, ofrece momentos de sublime belleza, como el vuelo de las luciérnagas, que fascinan a los dos hermanos, sobre todo a la niña; sin embargo, durante el día, verán cómo los insectos mueren masivamente y se preguntan por qué. No saben que las luciérnagas, al igual que ellos, no se alimentan: Llevan sin hacerlo desde que rompieron la crisálida al salir de su metamorfosis de larva a adulto y sólo sobrevivirán en torno a una semana, cuando agoten su reserva de energía.
La niña será la primera en morir. Es devastadora la escena en la que su hermano se ve obligado a incinerar sus restos, que recogerá en una lata de caramelos vacía, el único lujo que los dos niños pudieron disfrutar.
El chico fallecerá en una estación de metro, donde se le ve agonizar en compañía de otros infortunados muchachos como él, mientras la desnortada sociedad japonesa de entonces pasa junto a ellos, ignorándolos por completo.
La escena final muestra a los dos hermanos más allá de esta vida, serenos y felices: La niña descansando tranquila en el regazo de su hermano, mientras contemplan el Japón de la actualidad, como un soplo de esperanza, tal vez el único de toda la película.