Trata de una mujer condenada a muerte por un crimen que puede, que no haya cometido. La historia se centra en la relación que se establece entre Charlotte (Connie Nielsen), en el corredor de la muerte de una prisión americana, y Frank (Aidan Quinn), que vive de publicar las cartas que intercambia con los condenados una vez ejecutada la pena.

Pero esta vez, la historia va a ser del todo diferente para Frank. Cuando sólo quedan unos días para la ejecución, se da cuenta de que se ha enamorado de Charlotte, a la vez que descubre algunas lagunas en el caso. Ahora, la vida de Charlotte está en sus manos.

La película tuvo un presupuesto $7,6 millones, además recibió una nominación al “Irish Film and Television Awards” por mejor actor de cine: Aidan Quinn.

Existen más de 6,0 millones de páginas de Internet dedicadas al tema de la pena de muerte, de las cuales 537.000 de ellas tratan específicamente de mujeres en el corredor de la muerte, lo que resulta aún más llamativo. Nos guste o no, es una cuestión que fascina y repele a todo el mundo.

Históricamente, las mujeres no han sufrido la pena de muerte tanto como los hombres. Desde 1632, año en el que fuera ejecutada Jane Champion, la primera mujer que fue ejecutada por ahorcamiento en James City, Virginia, Estados Unidos, hasta mayo de 2002, cuando tuvo lugar en Alabama la ejecución de Linda Lyon Block, las mujeres han sido víctimas del 3% de las ejecuciones en Estados Unidos.

En los últimos años sólo se ha aplicado la pena de muerte a nueve mujeres, entre las que se encuentra Aileen Carol Wuornos, una prostituta de carretera que fue ejecutada por el asesinato de siete hombres en el estado de Florida durante la década de los 80.