¡La cantidad de veces que he visto la serie de TV! ¡Con lo que me he reído hasta dolerme las mandíbulas y el estómago con cada capítulo..! Y en cambio, me he sentido mal con esta película tan floja, tan floja, tan floja...
No es que me haya aburrido, es que me dolía asistir al ocaso de uno de los más grandes humoristas de todos los tiempos de la televisión. Ya los anteriores intentos de cine difuminaron el personaje tan carismático que era. La anterior "Bean, lo último en cine catastrófico" me defraudó más de lo que esperaba, pero aún así me reí con varias secuencias: la del cine, la del hospital, la de los servicios, etc. Incluso los actores aportaban algo, Peter MacNicol, por ejemplo. Pero en ésta, oía reir a un par de viejas, de esas cuyas risas te mortifican cuando tú ves que no hay motivo para carcajearse, y sus risas se clavaban en mi corazón como dagas lacerantes. Los actores son tan mediocres como el 90 % de los gags. Atkinson no aporta nada nuevo a su personaje y se limita a repetir una y mil veces sus gestos y sus movimientos un tanto exageradamente. No conecté ni una sola vez con el Mr. Bean que conocimos hace más de quince años.
El personaje de la serie actuaba ante nuestros televisores en silencio, sin banda sonora que nos distrajera de la imagen. Ese era otro de los méritos de la serie. En este film hay música a patadas dando así una idem a la posible conexión entre espectador y actor.
¿Hay algo que se salve de la quema? Quizás la secuencia del auto-stop. Quizá el momento puntual de unos carnets que recuerda a otro momento de la anterior película.
Me considero un incondicional de Mr. Bean, pero con justicia no puedo valorarla ni como regular.
No, tampoco puedo calificarla por debajo del tres, por amor al recuerdo de una de las mejores series (mi favorita junto a "Los Soprano" y "Los Simpson") de la historia de la televisión. Y por piedad, el sentimiento con el que salí del cine.