Pues tenía pendiente de hace algún tiempo, descuidos que tiene uno, la crítica de esta adorable película de dibujos animados que vendría a cerrar la trilogía a la que yo llamo clásica-moderna de Disney, la que empieza con "La sirenita" (1989), continúa con "La bella y la bestia" (1991) y finaliza con esta de "Aladdin". Algunos querrán alargarla hasta "El rey león" (1994) pero no os dejéis engañar con el colorido y la fama de esta última, como largometraje es sensiblemente inferior a las precedentes. Sea como fuera, "Aladdin" fue la mayor triunfadora de ese lejano 1992, convirtiéndose en la más taquillera del año en todo el mundo. Aunque si no estoy equivocado, a España llegó a finales de 1993 y de hecho yo la vi en casa de mis primas favoritas, en vídeo y una cinta VHS, de visita durante las vacaciones de 1994, que no vivíamos ni en la misma ciudad ni siquiera Comunidad Autónoma. Y esto le da además un punto nostálgico bastante fuerte.

Pero si uno se desprende de cualquier recuerdo idealizado del pasado, igualmente "Aladdín" supone un trabajo soberbio. Para empezar, lo más novedoso es que su protagonista es un un chico, lo que es rarísimo en Disney, pero esto hizo que los niños la viéramos como más nuestra. Aunque más allá del detalle lo que tenemos es una historia inspirada en un relato de "Las mil y una noche", otra cosa que echo en falta de la animación moderna es que ya no se basa en cuentos y relatos tradicionales o clásicos juveniles, que es todo magia, aventura y misterio. El retrato de este Oriente fabuloso es cautivador y a partir de aquí todo es un acierto, desde la aparición del genio, gran doblaje de Josema Yuste, hasta la banda sonora llena de canciones de lo más pegadizas, pasando por una princesa, Jasmín, sensual, segura y poderosa en su feminidad. "Aladdin" es divertida, tierna, romántica, evocadora, emocionante y moralista. Es genial.