Tiene algo inquietante "Charlie y la fábrica de chocolate", especialmente por la presencia de un extraño Willy Wonka (Johnny Depp), que hace que te esperes lo peor. Basta sólo unos pocos minutos, para tener la sensación de que la fábrica es una trampa siniestra y que Willy es un tipo que esconde unas intenciones muy oscuras. Uno espera que en cualquier momento se difumine esa imagen idílica para dejar paso al terror puro y duro. O sea, una especie de "Hansel y Gretel". Este planteamiento sería un gran acierto si Tim Burton fuera consecuente consigo mismo y lo mantuviera en vez de decantarse pretendidamente por la comedia y por una moralina un tanto estúpida. De este modo, la película decepciona con un amagar y no dar, hasta el punto de que Willy te acaba pareciendo un tonto y el curioso ambiente recreado se derrumba por no tener el más mínimo sentido.

Dicho lo cual, la cinta te sigue produciendo malestar. Dicha sensación es producida por la presencia tan anómala de los Oompa-Loompas, con sus peculiares canciones, alguna de ellas bastante buenas, hay que decirlo. Pero lo que más te desagrada es la "lección" que se le proporciona a los niños "malos" enviados con el protagonista. Sí, están malcriados, pero el castigo es de una crueldad inaudita. De entre todos ellos, la secuencia con las ardillas y Veruca Salt es realmente espeluznante. De este modo, "Charlie y la fábrica de chocolate" acaba siendo sólo pose, unas cuantas melodías, una historia bastante pobre, unos personajes más que planos y un mensaje final que no invita a más que a la aversión.