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Voto de Reaccionario:
3
Intriga. Thriller. Romance El profesor de latín, Raimond Gregorius (Jeremy Irons), encuentra un día en Berna, en el puente de Kirchenfield, a una portuguesa que está a punto de tirarse a las aguas del Aar. Sin pensarlo, interviene y la salva. La lleva consigo, pero la chica desaparece sin dejar más rastro que un impermeable y un libro de un autor portugués. Raimond coge el tren para Lisboa con el propósito de conocer al misterioso escritor cuyo libro plantea las ... [+]
10 de septiembre de 2017
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice el epitafio de una tumba: "Cuando la dictadura es un hecho, la revolución es un obligación". La fase se supone que es noble, generosa y digna de alabanza pero sobre todo se percibe como lógica, especialmente cuando entendemos revolución por democracia, que al final es lo que supuso el traumático 25 de abril de 1974 en Portugal. Pero lo que me interesa resaltar es que cuando juzgamos a una dictadura debemos tener en cuenta que casi siempre convive con una oposición más o menos fuerte, organizada o agresiva que lo que aspira es a derribar el régimen, destruirlo, hacer la "revolución". Y para ello recurre a todas las medidas a su alcance, desde las más duras, como el terrorismo, el golpe de estado o la guerrilla, hasta las más blandas, como la protesta, la huelga, la crítica, la infiltración, la agitación o la propaganda. En cambio nada de esto sucede en las democracias o al menos en las últimas décadas. El porqué las democracias no cuentan generalmente con una oposición y sí las dictaduras sería demasiado largo de explicar pero lo importante es que es así. Por este motivo los sistemas democráticos pueden ser mucho más permisivos que los otros. Pero en los momentos históricos en que sí han contado con una oposición no han dudado en reprimirla con tanta dureza o más que el régimen antidemocrático promedio. Porque al final todo sistema tiende a protegerse contra sus enemigos y las democracias no son menos feroces que otros sino que dado una serie de factores, no cuentan con rivales. Esa es, en realidad, la diferencia más significativa.

Respecto a la película se nota que es un novelón, una trama llena de idas y vueltas, flashbacks y personajes que aparecen para hacer avanzar la historia unas cuantas páginas más. Pero lo peor es que este relato cojea en varios sentidos, desde un punto de partida cogido por alfileres. Luego me pregunto por qué no hay ninguna referencia a los idiomas, parece que todos hablan la misma lengua. Más adelante la película avanza ante la indiferencia del espectador, que no se siente intrigado por el supuesto misterio que no va a ningún lado, ni emocionado por el insípido romance. La tal Estefânia (Mélanie Laurent) no es fea, incluso lleva un look mono con esas botas color burdeos que están muy bien pero es un poco pedorra, como buena revolucionaria. Es curioso que si ellas son mujeres emancipadas, para que la propuesta cuaje, ellos tienen que enamorarse hasta las trancas como idiotas. Pero lo que más me molesta del largometraje es la falsedad con la que se injuria vilmente al Estado Novo. Aquí se ve que no tienen ni idea del régimen, al que han retratado como una de esas groseras dictaduras latinoamericanas, tipo Pinochet. Para empezar en 1973, cuando se ambienta, ya no estaba en el poder Salazar sino Marcelo Caetano y que la PIDE no existía sino que era la DGS. Lo de la "Resistencia" fantasmal es que es una trola total, es de chiste. Me dicen de que X murió en 1973 en el campo de Tarrafal desconociendo que el último de los pocos presos fallecidos allí fue en 1948. En fin, que calumnian descaradamente a un régimen que es de mis preferidos.
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