Otra película romántica, más cercana al drama que a la comedia, todo con un punto indie muy tenue. Se vende como algo original pero en realidad es lo mismo que llevamos viendo durante años, es decir, es una de tantas que tratan de reconstruir el género amoroso de tal modo que ya nos aparece tan visto o más que el otro, por ser encima más reciente. Ahora bien, "Definitivamente, quizás" tiene el curioso acierto de contarte algo viejo pero de forma nueva: un aspirante a político algo ingenuo (por cierto, ¿se supone que el apoliticismo rayano al desencanto es la verdadera solución?), un tal William (Ryan Reynolds) le narra a su hija Maya (Abigail Breslin) su historia de amor con tres mujeres, una de las cuales es la madre de la pequeña, de la que por cierto está en trámites de divorcio. El truco es que ha ocultado sus nombres de tal modo que la niña (y los espectadores con ella) tiene que adivinar cuál es su progenitora. Así el largometraje nos ofrece, tal y como le dice el padre a su infantil oyente, "romance y misterio".

Dicho esto, en ninguno de estos dos aspectos logra sorprenderte. En lo primero, las historias suceden con demasiada rapidez. Este es un problema recurrente del cine en general y del género romántico en particular, hacer creíble en unas dos horas como mucho el enamoramiento hasta la médula de los protagonistas. Pero sí ya uno es difícil, con tres Adam Brooks se indigesta. Por este motivo te da la sensación de que William es un inconsistente, que lo mismo quiere a una para a continuación sentirse atraído por otra. Y en lo segundo, a los quince minutos ya estaba convencido quién era la madre y con quién iba a acabar al final. Las candidatas son la novia "ideal" de juventud (Elizabeth Banks), una especie de "girl next door" (Isla Fisher) y otra sofisticada periodista (Rachel Weisz). Es obvio pero para los impacientes, id al SPOILER. Aún con estos fallos, es una película bien construida, adulta y con cierta elegancia. Hubiera agradecido una trama política más amplia pero definitivamente, quizás vale la pena.