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Voto de Reaccionario:
2
Western. Comedia El señor McLintock (John Wayne), un gran terrateniente gruñón pero generoso, recibe la visita de su esposa (Maureen O'Hara), una mujer de fuerte temperamento, que se fue a vivir a Nueva York, porque no podía soportar el estilo de vida de su marido. (FILMAFFINITY)
30 de junio de 2012
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta evidente que Andrew V. McLaglen pretenden remedar a John Ford en "El hombre tranquilo" no sólo recurriendo a la misma pareja protagonista sino tocando temas parecidos, empleando el mismo tono o directamente copiando secuencias como la persecución del final. Pero si su predecesora se queda en una película regular "El gran McLintock", rodada con menos gracia y soltura, afectada, poco creíble, forzada en exceso, con escasa unidad y con unos personajes que rayan la vulgaridad, se queda en simplemente mala.

Supuestamente se trata de una comedia pero salvo la presencia de algún secundario como el chino de la coleta no recuerdo nada que te haga gracia. Lo que si que hay es un peloteo constante y muy vergonzoso a la figura de McLintock, que no es más que representante del republicano medio americano. En realidad el intento de plasmar los "valores republicanos" es tan burdo que da hasta pena. Para eso tienen que retorcer la realidad de un modo increíble (como hacer pasar a McLintock, al amo del pueblo, por un benefactor) o ridiculizar a los contrarios (como al funcionario defensor de los indios o el pretendiente de la hija de McLintock) para de este modo hacer más atractivo su mensaje. Pero esta claro que no cuela y la falsedad del mismo es tan evidente como cuando el protagonista se queja de los que talan los bosques cuando al principio hemos visto que es de sus muchos bosques donde sale la madera para los colonos.

Claro que la crítica mayor de la cinta está en el mensaje, digamos "machista" que la impregna. Si damos por buena la clásica distinción entre el sexismo/machismo hostil, ambivalente y benevolente, el que aparece en "El gran McLintock" sería de una hostilidad de lo más vil pues no se conforma con glorificar los peores defectos masculinos sino que se atreve a hacer una apología de lo más descarada de la violencia doméstica en la que participa todo varón. Y para mayor humillación femenina, apoyan las mujeres y hasta desean. De este modo la ideología que se proyecta es de una grosería insoportable, parecida al de "Historias de Filadelfia". El mensaje es sencillo: una mujer debe aguantar con una sonrisa los golpes, las humillaciones, las borracheras, las infidelidades o los malos modos de los hombres pues estos son simplemente superiores. Además, si hace algo de esto es culpa de ella, así que encima no se puede quejar. Es más, el hecho de pensar en que haga algo mal es que ya un fallo por su parte.

Tal vez peor que este mensaje está que McLaglen se haya atrevido a usar mi nick, reaccionario, para calificar al patán de McLintock cuando cualquier parecido de la filosofía contrarrevolucionaria, reaccionaria o tradicionalista con el republicanismo liberal mezquino de McLintock o los personajillos que aparecen, como el pretendiente de su hijo que me cae bastante mal, es más que pura coincidencia.
Reaccionario
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