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Voto de Reaccionario:
5
Acción El agente Aaron Cross (Jeremy Renner) es un producto del eficiente programa Outcome. Este programa diseña y entrena agentes cuya función consiste en actuar en solitario en misiones de alto riesgo. Sin embargo, en el momento en que la historia del agente Bourne está a punto de salir a la luz, los altos mandos de la agencia deciden tomar una solución drástica al respecto. (FILMAFFINITY)
3 de febrero de 2015
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Intento un poquito forzado de continuar el mito de Bourne, esta vez con otro agente que se encuentra en circunstancias más o menos parecidas que el que interpretara Matt Damon, Aaron Cross (Jeremy Renner). La película empieza de modo confuso pero es cuestión de que aparezca la doctora Marta Shearing (Rachel Weisz) para que la trama cobre interés, aunque el final es un poco blando. Como es obvio, ambos personajes se entrecruzan, ella como chica en apuros, él como su protector, que aunque es un argumento muy típico, es exactamente el que gusta al espectador. Eso sí, como me temía Rachel, que aunque cuarentona sigue estando guapa, cuando sale con gafas cuando más, es un año mayor que Renner. Antes he dicho "argumento" pero me da la impresión es que en el "Legado de Bourne" este detalle es anecdótico. Confieso que ante tanto programa secreto, recuerdos, tramas paralelas, aparece incluso una cepa de virus, no me enteraba bien, sobre todo al principio. Pero ya digo, acaba siendo lo de menos cuando llega la acción en la habitual forma de juego del gato y el ratón.

Pero os quiero contar otra cosa. La película, la saga al completo, supone una crítica brutal a los servicios de inteligencia norteamericanos, que asesinan a quien se precie sin pestañear, que bien vale para cualquier otro país del mundo. Sin embargo, el ataque queda contenido de raíz hasta el punto de no afectar al propio sistema democrático. ¿Os imagináis una obra así en un régimen como el de Franco? ¡Imposible! Alguno dirá que por eso precisamente unas son democracias y otras no, que las primeras permiten la libertad de expresión y las segundas no. Esto en parte es verdad pero en lo fundamental no lo es. Estados Unidos como cualquier otro país democrático permite este discurso porque no existe ni por un asomo una oposición que pueda instrumentalizarlo como ariete para derribar el sistema, que es exactamente lo que sucedía durante el franquismo o similares. Es decir, la crítica contra los servicios secretos, como cualquier otra que se puede hacer, no propone cambiar la democracia, ni ninguno de los principios que le sustentan. Si esto sucediera, empezarían a prohibir obras de este talante.
Reaccionario
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