Empezamos mal. Nada de Edad Media, ni espada y brujería, sino Europa Occidental en el año 1501. O sea, Edad Moderna o a lo sumo, Renacimiento, cosa que la inmensa mayoría desconoce por la insistencia con la que se cataloga "Los señores del acero" como película medieval. El Medievo, nos podrá gustar mucho, poco o nada pero convencionalmente acabó en 1492 con del descubrimiento de América o en 1453 con la caída de Bizancio, desgraciadamente, a manos de los Turcos o en 1456 si se toma como referencia la invención de la Imprenta. Pero nunca 1501. Aclarado esto, la película es un despropósito cuyo único interés es ver a donde acaban. Bueno, también Jennifer Jason Leight es mona y el retrato de este grupo anarco-comunista con reminiscencias a los anabaptistas de Muntzer tiene su interés. Observad su igualitarismo, que llega a manifestarse en llevar todos el mismo color de ropa, a la par que su falta absoluta de moralidad. Auténtica morralla que habría que haber exterminado desde el principio.

Lo que no sabría decir si Verhoeven los elogia o los denigra. Al que si glorifica es a Martin (Rutger Hauer), su líder, cosa que hace más incomible aún este trabajo con semejante antihéroe. Claro que su compañera de reparto, Agnes (Jennifer) no es que sea santa de mi devoción. Pues si que ha salido golfa del convento. Aunque me temo que su personaje está mal construido. Porque si está fingiendo, ¿porqué hace lo que hace? Me da la sensación de que realmente ama a Martín lo cual es prácticamente un insulto a la mujer (SPOILER). Vaya desfachatez la de Verhoeven, vaya elogio a la depravación. Eso sí, esta mujer "liberada", que desprecia los convencionalismos y la "rancia" moralidad católica, tiene como premio que todos los hombres con los que se topa se enamoran de ella. Vaya idiotez más absoluta. En el fondo me parece percibir cierto mensaje subversivo a una época y a unos valores "retrogrado" para lo cual "Los señores del acero" no es más que una excusa, encima, de lo más indecente con tanto desnudo y sexo.