Se repite la fórmula de la primera temporada de "The Terror" y por desgracia un resultado parecido. En esta ocasión el gancho era aún mejor que el Polo Norte en 1847. Esta "Infamy" versa sobre la comunidad japonesa en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando son encerrados en campos de concentración. A esta tensa situación política se le añade la aparición de una especie de monstruo que comienza a matar a los reclusos, creando más psicosis. Ya digo, todo muy bonito sobre el papel y si ves los tráilers, como me pasó a mí, puedes llegar a pensar que es una serie fascinante, sobre todo si nos gusta la cultura japonesa en toda su extensión, lo que incluye su folclore y su terror, y la década de los cuarenta, como es en mi caso. Sin embargo, hemos vuelto a picar y los creadores de "The Terror" nos han vuelto a engañar: es otra mala castaña.

Esa "Infamy" tenía varias posibilidades para salir airosa pero se decanta siempre por las peores alternativas. Por ejemplo, en vez de jugar con el misterio para saber qué es o quién es el ser fantástico que está asesinando a los japoneses, nos lo desvelan como en el segundo capítulo, si no me equivoco. Luego desaparece el suspenso. Pero siendo esto malo es aún peor es el auténtico pasteleo al que lo bañan. Ahora el monstruo no es malo, que es bueno y hay sentir pena por él. Vomitivo. La serie deambula por el drama ramplón y fofo con ¡ocho guionistas!, y acaba sucumbiendo a la corrección política de tal modo que el objetivo de la misma es homenajear a los japoneses por lo mal que lo pasaron en la segunda guerra mundial. Por este camino el hombre blanco, americano y heterosexual queda completamente desprestigiado, para que las feministas estén contentas.