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Voto de Sandro Fiorito:
8
6,7
1.163
Western
Un sheriff abandona su puesto para perseguir a un joven mexicano acusado de violar a una pequeña de doce años. Es un joven rápido con el cuchillo, y difícil de capturar, por lo que su persecución es larga y complicada. (FILMAFFINITY)
19 de mayo de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
De los tres spaghetti-western que el realizador italiano Sergio Sollima filmó, -y que dos de los mismos forman un díptico sobre el mismo personaje (Cuchillo)- el que aquí se da cita y que lleva por nombre El halcón y la presa (una coproducción hispano italiana rodada en el mítico desierto de Tabernas, en Almería) es el primero de todos. El resultado de todo su conjunto, a pesar de sus leves pero notables deficiencias técnicas latentes mayoritariamente en el montaje de las escenas, es muy grato, dando lugar a una gran película de aventuras en el viejo oeste protagonizadas por algunos de los rostros que mejor sabor de boca dejaron en el género.
El argumento de esta película se posa sobre los hombros del imponente Jonathan Corbett (Lee Van Cleef), un caza-recompensas que para culminar sus aspiraciones políticas al Senado tendrá que subirse a lomos de un caballo y capturar a un forajido mexicano apodado Cuchillo (Tomás Milián) al que se le acusa de haber violado y asesinado a una joven de 12 años. Al servicio de lo aristocrático de una familia de buena posición encabezada por Brockston (Walter Barnes), un magnate que pretende cerrar poderosos contratos ferroviarios, Corbett se adentrará por el desierto texano como un improvisado ayudante del Sheriff para dar caza al escurridizo delincuente, que le pondrá las cosas muy difíciles debido a la inmensa picardía que éste presenta, envuelta dentro de una personalidad burlesca, divertida y casi infantil.
< < < Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio > > >
El argumento de esta película se posa sobre los hombros del imponente Jonathan Corbett (Lee Van Cleef), un caza-recompensas que para culminar sus aspiraciones políticas al Senado tendrá que subirse a lomos de un caballo y capturar a un forajido mexicano apodado Cuchillo (Tomás Milián) al que se le acusa de haber violado y asesinado a una joven de 12 años. Al servicio de lo aristocrático de una familia de buena posición encabezada por Brockston (Walter Barnes), un magnate que pretende cerrar poderosos contratos ferroviarios, Corbett se adentrará por el desierto texano como un improvisado ayudante del Sheriff para dar caza al escurridizo delincuente, que le pondrá las cosas muy difíciles debido a la inmensa picardía que éste presenta, envuelta dentro de una personalidad burlesca, divertida y casi infantil.
< < < Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio > > >
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El trabajo más destacado del reparto cae sobre los dos actores principales, el americano Lee Van Cleef y el cubano Tomás Milián. El primero, cumple con su elegancia habitual dentro de un rol similar al desempeñado en la excelente La muerte tenía un precio (1965, Sergio Leone), con un personaje caracterizado además de por su imponente presencia, por un temple que le permite tomarse las cosas con pasmosa tranquilidad mientras no pierde detalle de todo lo que acontece a su alrededor, presumiendo además de desconfianza, respeto por la justicia (a pesar de su estatus de caza-recompensas no exige cantidades económicas por su trabajo) y amor por su país. Tomás Milián (Los compañeros, 1970) lleva con simpatía el calvario que le toca vivir a su personaje, Cuchillo, dejándose la piel entre desiertos y poblados para no ser atrapado por el bueno de Cleef. Además, también es de recibo mencionar las breves pero intensas apariciones del español Fernando Sancho en el papel de capitán de policía mexicano. Un Fernando Sancho que llegaba a esta cinta con muchos filmes a sus espaldas y que fue conocido principalmente por sus aportaciones al spaghetti-western, casi siempre en forma de papeles de bandido mexicano.
Todo esto dentro de una película que no para de entretener, con un estilo muy próximo al del maestro Leone y acompañado de los inconfundibles compases de Ennio Morricone, que hace destacar además de a la pieza central, cantada, otras dos composiciones que hacen presencia durante dos de los míticos duelos que siempre han hecho presencia en las películas de estas características y que varias décadas más tarde servirían a Quentin Tarantino para engrosar la banda sonora de Malditos bastardos (2009).
Todo esto dentro de una película que no para de entretener, con un estilo muy próximo al del maestro Leone y acompañado de los inconfundibles compases de Ennio Morricone, que hace destacar además de a la pieza central, cantada, otras dos composiciones que hacen presencia durante dos de los míticos duelos que siempre han hecho presencia en las películas de estas características y que varias décadas más tarde servirían a Quentin Tarantino para engrosar la banda sonora de Malditos bastardos (2009).