Soy bastante aficionado a las leyendas arturicas, pero en esta ocasión el señor David Lowery en un alarde de pretenciosidad nos ha facturado una película espesa, aburrida y interminable, llena de largos silencios y algunos diálogos grandilocuentes, en los que no se explica realmente nada. Por lo visto es la típica película para sesudos intelectuales, entre los que no me cuento, por lo visto, porque la verdad he perdido el hilo más de una vez viéndola y los supuestos y profundos mensajes que me querían transmitir no he pillado ni la mitad, eso si la puesta en escena y la fotografía exquisitas.