Con su estilo austero habitual, Robert Bresson realiza un film bastante interesante, en el que las ideas, la moral y los sentimientos son lo más importante. Refleja una época de decadencia en Camelot, tras el fracaso en la búsqueda del grial, surgen las rencillas y los celos entre los distintos caballeros de la mesa redonda, entre los fieles a Lancelot y los fieles a Mordred, que crea un ambiente malsano y peligroso. Todo ello con esa historia de amor fatal y imposible entre Lancelot y Ginebra, que desencadenará la tragedia, unas escenas de combates, algo cutres, con esa sangre más falsa que un duro de chocolate, no en vano eran los setenta, época de deconstrucción de todos los géneros y seguramente a Bresson le interesaban más otras cuestiones, pero en resumen una interesante versión a las leyendas artúricas.