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Voto de caballero blanco:
7
Ciencia ficción. Thriller Cuatro hombres trabajan en un garaje construyendo aparatos altamente complejos. En parte por accidente y en parte por su pericia, descubren un mecanismo dotado de poderes que les permite conseguir casi todo lo que quieran. Se trata de un hallazgo que podría cambiar el mundo, pero que pondrá a prueba las relaciones entre sus inventores... (FILMAFFINITY)
18 de diciembre de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Haría falta evaluar o indagar la poética de la Ciencia y aledaños, y algo transversalmente la de los ejercicios puramente formales.
Ya sé, cine es cine, etc.
Pero el hecho de que hiciera falta, ya denota cierta importancia, por lo menos.
Sólo por nombrar dos típicos juegos recientes obvios, "Pi", o "Memento", aun cuando seguramente existen algunos títulos más adecuados en tanto adscritos a la ciencia-ficción -y también habría que delimitar el alcance de este campo, aunque no creo que sea muy difícil-, títulos mortalmente aburridos o sólo insípidos: tiempo, paradojas, tiempo, permutación y un no se qué de parábola que se muerde la cola.
Sólo por nombrar esos dos juegos, esos dos juegos formales, esos dos juegos planos, a mí me parece que no llegan a nada.
Por más que, en tanto cine, pretendan subirse al carro -que quizás se agota aunque al principio pensáramos, oh Lynch, lo contrario- de la fascinación, oh fascinación, oh ciencia, tono.
Esto no sería necesario si la matemática no nos obligara: la matemática es el número -en este caso- de películas que se suben a carros, y los tipos de carros, pero sobre todo los pasajeros por carros y cómo se relacionan entre ellos.
Dejando este pésimo y pretencioso símil-alegoría -para carros y pasajeros véase "La diligencia"-, podemos concluir que de poco en poco -en el caso de que seamos bocas perennes que tienen que tragar con regularidad cierta cantidad representativa de cosas sobre pantallas-, ciertas fascinaciones no dañan, igual que hacer un sudoku.
(Ojalá el mundo fuera tan científica-puerilmente complejo. Con sus numericos y sus apocalipsis y sus conspiraciones y sus paradojas y sus cosas: la mente, te confunden. )
Pero es que el cine es algo sagrado, y cuando el tótem pudiera ser una caja, una caja grande, lamentamos que no lo pueda ser, nosotros -moi-, tan poéticos como somos, faltaría más.
(Eso sí, es verdad que el espacio -el espacio exterior- está por descubrir; dice el de la silla de ruedas.)
Al margen de eso -buen montaje, buena estética-planos, buena hueca fascinación-, cara de queso.
(Pero es cierto que ese último irse -y por tanto lo anterior- tenía algo.)
caballero blanco
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