Una de las mejores películas que he visto en mucho, muchísimo tiempo. Estoy anodadada ante los que la califican de "mero documental anti-droga" o incluso de asquerosa. El cine es cuestión de gustos, hay quien ve cine para evadirse de la realidad y hay quien ve cine para conectarse más a ella, y la mayoría hacemos ambas cosas todo el tiempo, aunque en mi caso, no hay nada que me guste más que una buena bofetada en la cara - cinéfilamente hablando, por supuesto -. Éste es mi tipo de película.

La historia, narrada a dos bandas y a través de tres estaciones, nos habla de una viuda sola en su casa cuyo hijo es adicto a la heroína y la cual, obsesionada con un programa de televisión que es lo único que llena sus largas horas de soledad, se someterá a un tratamiento para adelgazar y poder entrar en ese vestido rojo que tanto quiere, que quiere lucir para cuando le llegue por fin la prometida invitación a su programa favorito. Lo que no sabe, y al parecer tampoco lo sabía el pobre ignorante que le recetó speed para adelgazar, es que es un viaje de no retorno.

Es la historia también de tres amigos, uno de ellos, el propio hijo de esta señora, su amigo y su novia, que sueñan con poder salir de la miseria vendiendo droga. Los novios, para montar un negocio vendiendo los diseños de ella, el amigo, para salir de la pobreza, como prometió a su madre. Y eligen el siempre lucrativo tráfico de drogas para ganar ese dinero fácil y rápido. Lo que no tienen en cuenta es que para ser camello, o narcotraficante, y hacer dinero, tienes que sólo vender la droga, jamás consumirla.

En una espiral de degradación y autodestrucción, estos cuatro personajes se sumen en una caída libre, en un viaje de no retorno. La dirección y filmación de la película es absolutamente magistral, así como las actuaciones. No puedo creer que Ellen Burstyn perdiera el Óscar en beneficio de Julia Roberts, que si bien hizo un papel excelente en Erin Brockovich, no le llega ni a la suela del zapato en este caso. Pero los Óscars, como siempre, no decepcionan, y esta película es demasiado cruda para el público pijo y políticamente correcto de estos premios. La ocasión le llegaría a Aronofsky con el Cisne Negro y Natalie Portman, ni de lejos un material tan brillante como éste que nos ocupa.

Bofetada de la realidad, pero una bofetada bien dada. Película imprescindible. Material que debería proyectarse para la concienciación contra las drogas. Un absoluto insulto a la inteligencia que esta película sea sólo recordada por su magnífico tema principal - Lux Aeterna - cuando es quizá, lo de menos. Una vergüenza que se recuerde sólo como musiquilla de tráiler de cine y se considere un tema épico, cuando es la melodía del círculo vicioso, de la angustia autodestructiva, de ese viaje sin retorno.

Película no, peliculón.