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España España · Granada
Voto de Nadja:
8
Drama Higinio y Rosa llevan pocos meses casados cuando estalla la Guerra Civil, y la vida de él pasa a estar seriamente amenazada. Con ayuda de su mujer, decidirá utilizar un agujero cavado en su propia casa como escondite provisional. El miedo a las posibles represalias, así como el amor que sienten el uno por el otro, les condenará a un encierro que se prolongará durante más de 30 años.
1 de marzo de 2020
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las casualidades no existen y eso lo demuestra de manera más que notable este film dirigido por los vascos Jon Garaño, Aitor Arregi y Jose Mari Goenaga. Los dos primeros ya habían dado muestras de su gran capacidad creativa en otro film soberbio ‘’Handia’’, pero en esta tercera película se adentran en un terreno desconocido. Una historia que habla sobre la guerra civil y la posguerra en tiendas andaluzas. Sin embargo, el acercamiento a lo ajeno no podría resultar más cercano y realista.


La cinta de casi dos horas y media tiene muchas lecturas y ofrece una novedosa historia sobre la guerra, hasta entonces no abordada por el cine. La de los ‘’topos’’, militantes de izquierdas que estuvieron más o menos comprometidos con la causa y que debieron esconderse en sus casas por temor a ser asesinados por el régimen franquista. El encierro, en algunos casos como el de Higinio, llego a durar más de treinta años. Desde antes del inicio de la guerra hasta la amnistía de 1969.



Aterra pensar cuantas Rosas y Higinios existieron realmente. Y es que, aunque Higinio, nuestro protagonista, empieza la cinta representando el papel de la víctima. Rosa, su mujer y más tarde su propio hijo, no dejan de ser víctimas colaterales que sufren en primera persona el encierro del primero y todas las consecuencias que este acarrea. Durante todo el visionado sentimos en nuestra propia piel el drama de Higinio. Primero en una serie de planos de huida escalofriantes, donde el terror acaba por pisarnos los talones con la misma premura que a Higinio. Y más tarde sufriendo la claustrofobia de un asfixiante encierro donde asistimos como meros espectadores secundarios a una historia que nunca fue nuestra. Percibimos el mundo que nos rodea por medio de visiones recortadas y sonidos que llegamos a percibir a medias. Voces e imágenes que parecen pertenecer a otro universo distinto al que habitamos. La realidad como la vida se convierte en un esbozo desdibujado que nunca llegamos a ver o vivir en su totalidad.


‘’La trinchera infinita’’ es un estudio sobre el miedo. El terror en su estado más puro e incierto. Y de como ese mismo terror nos condiciona al punto de hacernos resignarnos antes su sometimiento. De este modo, los valores y los ideales de la juventud acaban mutando en abnegación y hastió que impiden que el presente sea vivido en total plenitud cuando se presenta la oportunidad, debido a las cicatrices internas ( la mayoría psicológicas) dejadas por una guerra que solo buscaba perpetuar víctimas y verdugos y por la mutación de unas relaciones en las que la igualdad acaba transformada en reproche perpetuo. Rosa, de este modo se erige como la prisionera de Higinio. Aunque puede percibir la luz del sol y retomar su vida cotidiana, el escenario en el que vive no deja de ser una cárcel, llena de mentiras, recelos y hostilidad. Porque lo peor no es la vida perdida sino la vida que no pudo ser vivida. Ser condenados a convertirnos en una parte más de la pared, presentes en todo momento a aquello que nos rodea, pero incapaces de tomar partido en la verdadera realidad. Condenados a esconder nuestra voz hasta enmudecer de forma infinita en un ciclo que parece no tener fin.



Estamos ante una película de primeros planes poderosos, personajes con una gran riqueza psicológica, escenas cargadas de melancolía y un dúo protagonista inmejorable. Antonio de La Torre y Belen Cuesta hacen unas de las mejores interpretaciones en su carrera, metiéndose en la piel de este matrimonio maltratado hasta extremos insospechables por la crueldad de la guerra. Y si bien Antonio de la Torre nos hace empatizar con su situación desde el minuto cero, es Belén Cuesta quien lleva sobre su espalda todo el peso de la película. Erigiéndose como el escudo protector de Iginio en todo momento. Protegiéndolo, sacrificándose por el en múltiples ocasiones, resignándose a vivir tras una pared invisible y sometida a los cuidados paliativos de una mujer obligada a no vivir la vida que habría de pertenecerle por salvaguardar un amor de juventud que al final acaba convirtiéndose en una fuente de tormento y frustración para ambos.



A diferencia de su compañera ‘’Mientras dure la guerra’’, ‘’La trinchera infinita’’ se lanza de lleno a abordar las heridas de la guerra, que en multitud de ocasiones acaban siendo perpetuas, incapaces de sanar de por vida. Sin duda, se presenta como una de las mejores películas del 2019, con una calidad inmejorable y un mensaje realmente necesario. El cine español demuestra su grandeza en obras como esta, escenarios austeros que esconden grandes historias.



Mención especial al monologo de Belén Cuesta donde habla de modo cómico de Franco.
Nadja
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