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Voto de El Golo Cine:
84
Drama
Michelsen es un camionero entrado en años cuya figura es casi mítica. Solitario y enfermo, viaja por la Patagonia hasta que encuentra a una autoestopista que le recuerda a su hija Elena, a la que no ha visto en años. No obstante, sus caminos se cruzarán más adelante, ya que Elena también va hacia el sur de la Patagonia para participar en un torneo de boxeo. (FILMAFFINITY)
2 de julio de 2020
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El hombre del futuro (2019) es la ópera prima del director chileno Felipe Ríos Fuentes y cuenta con guión del argentino Alejandro Fadel (Leonera y Muere Monstruo Muere, entre otros trabajos previos).
Por Nicolás Bianchi
Cuesta un poco entrar a la primera película del chileno Felipe Ríos Fuentes pero cuando se logra el viaje resulta sumamente placentero. Michelsen (José Soza) es un camionero de personalidad áspera, silente, que busca saldar una deuda afectiva con su hija Elena (Antonia Giesen), una joven boxeadora que busca salir de Cochrane, el pequeño pueblo en el que vive.
Las características de los personajes imponen al film unas primeras secuencias estancas, en las que priman los silencios y las miradas. De a poco Elena se revela con la misma personalidad que su padre, y a partir de atar esos nudos, es que se va componiendo lo que El hombre del futuro quiere mostrar.
Cuando se entra en el tempo y la lógica del film el desarrollo del viaje queda corto, deja al espectador con ganas de más. En todo momento la película es bellísima. Las tomas de la Patagonia chilena son extraordinarias y los personajes secundarios, el carismático camionero Cuatro Dedos (brillante Roberto Farías) y la mochilera Maxi (María Alché), le dan aire y vitalidad a la narración.
El hombre del futuro empieza y termina como un drama que tiene en el centro la relación entre un padre y una hija, pero en su desarrollo hay una road movie por la Patagonia chilena que resulta extraordinaria, tanto por la fotografía como por cómo los personajes secundarios nos develan a Michelsen y a su hija.
La película está a tono con otras producciones recientes del cine chileno como El Club (2015) en la que también trabajan Soza y Farías o Una mujer extraordinaria (2017), aunque a una escala más pequeña. El personaje de Elena, una joven mujer homosexual, boxeadora, transmite la dificultad que quizás experimenten las jóvenes chilenas para socializar con hombres mayores. El vínculo es siempre difícil, pendiente de una mirada juzgadora, lo que El hombre del futuro deja entrever.
La película fue proyectada, en Buenos Aires, solo en la sala Leopoldo Lugones del teatro San Martín en noviembre del año pasado, lo que realmente debería llevar a repensar el circuito de distribución cinematográfico. El hombre del futuro, por su concepción, por sus logros estéticos y por los temas que desarrolla merece ser vista por más espectadores.
Por Nicolás Bianchi
Cuesta un poco entrar a la primera película del chileno Felipe Ríos Fuentes pero cuando se logra el viaje resulta sumamente placentero. Michelsen (José Soza) es un camionero de personalidad áspera, silente, que busca saldar una deuda afectiva con su hija Elena (Antonia Giesen), una joven boxeadora que busca salir de Cochrane, el pequeño pueblo en el que vive.
Las características de los personajes imponen al film unas primeras secuencias estancas, en las que priman los silencios y las miradas. De a poco Elena se revela con la misma personalidad que su padre, y a partir de atar esos nudos, es que se va componiendo lo que El hombre del futuro quiere mostrar.
Cuando se entra en el tempo y la lógica del film el desarrollo del viaje queda corto, deja al espectador con ganas de más. En todo momento la película es bellísima. Las tomas de la Patagonia chilena son extraordinarias y los personajes secundarios, el carismático camionero Cuatro Dedos (brillante Roberto Farías) y la mochilera Maxi (María Alché), le dan aire y vitalidad a la narración.
El hombre del futuro empieza y termina como un drama que tiene en el centro la relación entre un padre y una hija, pero en su desarrollo hay una road movie por la Patagonia chilena que resulta extraordinaria, tanto por la fotografía como por cómo los personajes secundarios nos develan a Michelsen y a su hija.
La película está a tono con otras producciones recientes del cine chileno como El Club (2015) en la que también trabajan Soza y Farías o Una mujer extraordinaria (2017), aunque a una escala más pequeña. El personaje de Elena, una joven mujer homosexual, boxeadora, transmite la dificultad que quizás experimenten las jóvenes chilenas para socializar con hombres mayores. El vínculo es siempre difícil, pendiente de una mirada juzgadora, lo que El hombre del futuro deja entrever.
La película fue proyectada, en Buenos Aires, solo en la sala Leopoldo Lugones del teatro San Martín en noviembre del año pasado, lo que realmente debería llevar a repensar el circuito de distribución cinematográfico. El hombre del futuro, por su concepción, por sus logros estéticos y por los temas que desarrolla merece ser vista por más espectadores.
