On the Waterfront (1954), en castellano La ley del silencio, obtuvo el Oscar a mejor película. Cuenta la historia de un hombre que duda sobre si debe o no declarar contra un sindicato mafioso y fue dirigida por Elia Kazan, a su vez acusado de participar de la caza de supuestos comunistas que llevó adelante el macartismo en Hollywood.

Por Nicolás Bianchi

En 1999, cuatro años antes de su muerte, Elia Kazan recibió un Oscar honorífico y su pasado volvió para saldar cuentas con él. Más que el premio, en aquel momento obtuvo una gran repercusión la campaña de un grupo de trabajadores del cine que denunciaban al director por delator. Kazan había sido en su juventud miembro del Partido Comunista y cuando, luego de la Segunda Guerra Mundial, el senador McCarthy comenzó con su operación de persecución ideológica el cineasta fue llamado a declarar ante un comité del Congreso.

En ese momento clave de su vida Kazan tomó la decisión de delatar a ocho de sus compañeros y amigos. Entre ellos estaba, por ejemplo, el escritor Dashiell Hammett, autor de The maltese falcon, entre otras obras. A partir de su acción el director condenó al ostracismo a varios de sus colegas y se garantizó para sí un lugar de privilegio (más información sobre el caso aquí). Su otra cara es la de un cineasta destacado en la historia del séptimo arte, autor de obras brillantes como la que es motivo de estas líneas y fundador del Actor´s Studio, entre otros laureles.

Como si fuera una espina clavada en su conciencia, dos años después de testimoniar contra sus compañeros Kazan filmó una película sobre un hombre que se debate sobre delatar o no al entramado mafioso al que pertenece. A partir de una serie de artículos periodísticos el director tomó la historia verídica de los sindicatos de estibadores portuarios de New York, tomados por grupos criminales, y la llevó a la pantalla.

Terry Malloy (Marlon Brando) es un ex boxeador que ahora es parte del sindicato que regentea el capo mafia Johnny Friendly (Lee J. Cobb). Una noche participa de una trampa contra otro trabajador que iba a declarar contra el gremio. Malloy lo engaña para que suba a la terraza de un edificio donde lo esperan unos matones que lo arrojan al vacío. Abajo el gesto del protagonista se transforma ya que pensaba que solo lo iban a amenazar y no a matar. “Ese pájaro canta pero no sabe volar”, cierra uno de los adustos pandilleros.

Además de ir cobrando conciencia muy lentamente sobre lo que sucede alrededor de él, Malloy inicia un romance con la hermana de la víctima, Edie (Eva Marie Saint), que junto con el cura Barry (Karl Maden) buscan esclarecer el asesinato. Malloy es un joven impulsivo, no del todo lúcido, pero noble, que se encuentra en una contradicción. Por un lado disfruta de los beneficios de pertenecer al grupo de mafiosos, del que también es parte su hermano Charley (Rod Steiger), pero por otro se ve conflictuado por los crímenes en los que secundariamente participa.

Las actuaciones tanto de Brando como de Cobb son vibrantes. La puesta en escena de la película es brillante y prácticamente todas las tomas tienen tanto un sentido narrativo como estético. On the waterfront debe haber inspirado buena parte del cine de mafia que se registró en Estados Unidos a partir de la década del 70. Se trata realmente de un hito cinematográfico. El nudo de la trama está en si, llegado el momento, Malloy se va a convertir en un delator. Una y otra vez el sindicato conducido por Johnny ajusticia a los que hablan. En este caso, declarar supone por parte del personaje un acto heroico. No es justamente de lo que se lo acusó a Kazan.