Iron Man. Superhéroe átipico, egocéntrico, egoísta, irónico. Pero amado por todo como un icono del resplandor norteamericano. De las anteriores entregas tengo poco que decir, salvo que no terminaron despertar en mí demasiado curiosidad si no fuera por la conducta atípica del héroe nacional multimillonario y una acción bastante bien llevada. En cambio, para esta entrega tenía buenas expectativas. “La mejor de las tres”, “Dará un vuelco a la saga”, “Tony Stark baja de su trono para mostrarse como un ser humano más”… Palabrería, venta barata de una entrega que pretende demasiado pero sin dar un salto radical hacia algo distinto.

Esto me lleva una vez más a pensar que Christopher Nolan ha hecho mucho bien para el cine de acción, ha conseguido que lo único atractivo de estas películas no sean los tiros y las persecuciones, sino también los personajes y la trama, pero a la vez ha perjudicado a muchos en su intento de ‘imitación’ o búsqueda de la vía del éxito de este director.

La buena crítica me llevó al cine, y las primeras imágenes me apartaron de la pantalla entre bromas con los amigos por una de las cosas que más me gustaba de la saga ¿Dónde está AC/DC? En las anteriores entregas no encontrábamos más que grandes temas del mundo del rock (AC/DC, The Clash, Queen...) y en Los Vengadores este personaje no para de sudar una camiseta de Black Sabbath, pero en esta entrega ni rastro. Punto negativo por mi parte. Aunque, está claro, no es el detonante, es un simple apunte.

Ahora bien, entiendo que para muchos sea la mejor entrega (aunque la colocaría a la altura de la primera). Stark baja de su nube y se aparece ante el público desnudo en varios sentidos (pero ninguno sacado de contexto). La desnudez del personaje privándole de parte de su excentricismo para enseñarnos que hay algo humano tras tantos millones, un trauma post-vengadores sumado a que ahora tiene cosas a las que amar, proteger y salvaguardar, así como la desnudez del héroe privado de sus estandartes.

Para continuar con el intento de giro en la línea de la saga, pongamos a un malo de los de verdad, de los que siembran el pánico general tras una máscara. Tira la piedra y esconde la mano. Lo malo en esta ocasión, es que la mano que lanza la piedra se ve desde el principio. Puede parecer un intento de meter el dedo en la herida, las referencias al terrorismo de islamista que ha aterrorizado muchas mentes en la última década corren a cargo de ‘El Mandarín’ y los chistes y mofas sobre el mundo de la política fluyen sin cesar. Y este es otro punto interesante, puede llegar a parecer una parodia en muchos puntos en los que esos golpes de humor podrían sobrar bastante. Y de hecho, tanto chiste fácil o te encanta o te dan ganas de meterle un calcetín en la boca y esperar a que se asfixie.

Con todo ello, la película cumple el objetivo buscado, bajo mi punto de vista. Entretiene bastante. Acción y efectos especiales no faltan, con el salteado humorístico especial de la casa Tony Stark para arrancar alguna carcajada en las salas. Más de dos horas llevadas de manera aceptable.

Sigo dando gracias a Nolan por lo que hizo con su Caballero Oscuro, pero estoy un poco cansado de que nos vendan la moto de películas similares. La influencia es palpable en ellas, pero en este caso Shane Black no ha conseguido más que ligeras pinceladas para tapar lo mismo que han estado haciendo hasta ahora con Iron Man, no crean que se despega de las anteriores entregas, el resultado final prácticamente el mismo.