La película se sostiene con dificultad. Empezando por la cabezonería en llamar experimento a lo que a todas luces no es más que una gamberrada de niños ricos, algo sofisticada.

El filme se pega un tiro en el pie al jugar a varias bandas, poco interesantes, mientras estamos esperando todo el tiempo la reacción del anciano. No aportan demasiado las escenas del juicio, que se intercalan sin venir a cuento. Tampoco resultan atractivos los encuentros y juergas adolescentes, a los que se dedica demasiado metraje. Es fácil que todo ello distraiga en exceso al espectador y lo aleje de la película.

De todo ello resulta un gazpacho que no invita a repetir. La película centra su atención en cuestiones rutinarias y banales que difícilmente suscitarán el interés del espectador medio.