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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama. Intriga Marc (Álvaro Cervantes) y Rebeca (Úrsula Corberó) son una joven pareja que viaja hasta un antiguo caserío vasco que perteneció a su familia. Allí escribirán la historia común de sus raíces familiares, creando así un gran árbol genealógico donde se cobijan relaciones de amor, desamor, sexo, locura, celos e infidelidades, y bajo el que también yace una historia repleta de secretos y tragedias. (FILMAFFINITY)
14 de noviembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconocería una película de Julio Medem sin que nadie me lo advirtiera previamente al tercer plano de la misma. Porque lo adoro. Y porque tiene lo más valioso de lo que puede presumir un creador: un estilo propio y reconocible, único, personal e intransferible. Siempre he dicho que Julio Medem es el poeta de nuestro cine, mientras que Fernando León de Aranoa es el prosista.

El cine de Medem no permite términos medios: lo amas o lo odias. Porque rompe todas las convenciones narrativas, la lógica argumental, para dejarse llevar por los senderos de lo poético y lo surrealista, de la metáfora antes que la realidad. Ocurre en sus obras maestras (que las tiene) y en sus películas mediocres (que también las hay) pero siempre fieles a la misma esencia que corre por sus venas de celuloide romántico.

“El árbol de la sangre” no es una enorme película, no es una de sus grandes creaciones, pero me ha emocionado, porque es puro Julio Medem de principio a fin, está formado orgánicamente por todas las señas de identidad del director vasco: las imágenes poéticas cargada de simbología, la luna llena, el mar, el sexo, el sexo en el mar, las metáforas (el uso del toro y la vaca en la película es soberbio), las pasiones desmedidas, los dramas de historias familiares entrelazadas, el exceso dramático, la muerte como reverso del sexo, las propuestas argumentales alambicadas más allá de lo sostenible, el azar, la casualidad como impulso vital…

Todo lo que es Medem está en su película. Lo ha vuelto a hacer: muy lejos desde luego, de forma mucho más confusa y alambicada que en “Los amantes del Círculo Polar”, “Lucía y el sexo” o “Tierra”, pero ha vuelto a combinar todos los elementos para gloria de su cine, la filmografía más personal de este país.

Estamos ante una película nada fácil ni condescendiente con el espectador y que, sin la menor duda, va de menos a más. Es cierto que al principio cuesta hacerse con su argumento y que su primera hora puede exasperar al no iniciado: porque cuenta demasiadas historias de demasiados personajes demasiado inconexos. Pero hay que tener paciencia y dejar que todas las piezas del puzzle encajen: cuando lo hagan, te quedarás boquiabierto y entenderás la magnitud de las casualidades y las causalidades en el drama abigarrado y barroco que es “El árbol de la sangre”, excesivo e imposible, como es siempre su creador. Maravillosamente increíble.

Pero muchas veces, en el cine de Medem, el guión es lo de menos ante el derroche de poesía visual que se expande ante tus ojos: y en esta película no podía ser menos. Cargada de imágenes que son pura metáfora, el drama se va desencadenando y te va atrapando a golpe de belleza. Es eso, todo lo que esperas en una película de Medem si amas su estilo como lo amo yo.

La música, otra parte siempre esencial de su filmografía, funciona a la perfección aún sin Alberto Iglesias en esta ocasión, con una partitura de Lucas Vidal que sabe imitar a la perfección el estilo que el cine de Medem requiere y que Iglesias siempre ha representado. Se disfraza de Iglesias como nadie, lo cual tiene muchísimo mérito para Lucas Vidal.

Y una pléyade de grandes actores que se desparraman en la película de forma brillante, si bien sus dos jóvenes protagonistas, Úrsula Corberó y Álvaro Cervantes son lo más flojo de la función, porque los veteranos se los comen con patatas por cantidad y calidad. Quizás ese pequeño error de casting sea único que no funciona en la cinta, porque los secundarios son tan buenos y poderosos que eclipsan absolutamente a sus protagonistas.

Si te gusta el cine de Medem, ésta es tu película. Si eres más de prosa, ni lo intentes. A Medem se le ve rimando o no se le ve.
Sergio Berbel
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