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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama Homenaje a las mujeres de la posguerra ambientado en la rebelión de los montes por parte de los maquis en los años posteriores a la Guerra Civil. Mientras en el monte sigue la guerrilla, en el llano las mujeres sufren la represión. En cada casa hay un conflicto del que nadie quiere hablar; algunas prefieren olvidar y otras, seguir luchando.
6 de septiembre de 2020
5 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Maquis”, la òpera prima de Rubén Burén, es una película, sobre todo sorprendente, muy sorprendente en varios sentidos diferentes y divergentes, a cual mejor:

1.- Primero por abordar un tema tan poco usual en nuestro cine como los maquis (desgraciadamente, es tan vergonzosamente desconocido en nuestra sociedad que la película hace bien en comenzar con la acepción en el diccionario de la citada palabra para las generaciones presentes, y no sólo presentes, que opinan sin saber y sin conocer).

2.- En segundo lugar, por tratar el tema a través de las mujeres que están en el pueblo apoyando desde el mismo a los que se echaron al monte (una película en la que no existe un solo personaje masculino, en el que no aparece un solo actor). Las mujeres se apoyan entre sí, pero también se vigilan y se acusan, según los bandos bien marcados y bendecidos en misa, con un cierto aire a Bernarda Alba sobrevolando las habitaciones llenas de espejos de esa recia casa castellana totalmente asfixiante.

3.- Por rodarse íntegramente en blanco y negro, en un blanco y negro (un alarde técnico imprescindible como finalidad narrativa de Eugenio Tardón) quemado en sus huecos al exterior por la luz de sol que todo lo achicharra y, sobre todo, que todo lo ilumina, porque en esos pueblos castellanos de 1949 nada se oculta, todo es público, todo se fiscaliza, todo se comenta, todo se censura, hay que poner luz sobre todo, no cabe rincón oscuro y privado alguno.

4.- Y, finalmente, sorprendente por el nivel interpretativo de su elenco actoral, absolutamente sublime en su conjunto, todo compuesto exclusivamente de actrices, pero donde refulge con luz propia, brillando por encima de todas las cosas, Fátima Plazas y su eterno personaje de Sagrario, un ser humano lumínico que representa el bien intentando sobrevivir entre océanos de mal, la inocencia luchando contra lo retorcido, la pureza contra lo enrarecido. Sagrario es un personaje difícil de olvidar gracias al milagro que Fátima Plazas alcanza en esta cinta, secundado por una interpretación de Zaida Alonso como Adela igualmente luminosa pero aderezada con una capa impagable de rebeldía y coraje. Es imposible no enamorarse de Sagrario, pero es igualmente imposible no empatizar con Adela.
Mientras que Paloma Suárez es la matriarca, la Bernarda Alba de esta casa sin hombres en un pueblo donde los hombres siempre están fuera de cámara y micrófono, donde se sabe de ellos por referencia, por la sombra que proyectan sobre unas mujeres dominadas y cosificadas como un elemento más del ajuar doméstico, situación contra la que Sagrario y Adela pretenden rebelarse, cada una por un camino diferente pero concurrente.

Todo ello, además, aderezado de un continuo juego de reflejos en los espejos de los personajes que permiten una polivisión de los mismos maravillosa, un alarde de Rubén Burén en su ópera prima que demuestra que es un director de talento y de futuro. Junto con “Una vez más” de Guillermo Rojas, “Papicha, sueños de libertad” de Mounia Meddour y (seguramente confirmado en cuanto la vea) “Las niñas” de Pilar Palomero, las asas donde agarrarse para sobrevivir a este infernal 2020.

Una estructura dividida en episodios con un título formado por una dicotomía de palabras unidas por una “y” todos ellos, que ayuda a crear una estructura unitaria en la que jamás se cae en el aspecto discursivo político, sino en el dolor humano de las mujeres y en su reacción diferente ante el mismo en cada una de ellas, con la violencia física siempre fuera de campo, siempre intuida y no mostrada, lo cual la hace mucho más terrorífica y creíble para el espectador.

Y su escena final, su impagable escena final, cuando el telón baja y el color vuelve a la cinta, y entendemos todo lo que pasa dentro del personaje acunados por una canción tristemente impactante. Y sabemos que hemos visto una película NECESARIA, insisto, NECESARIA en estos tiempos que corren.
Sergio Berbel
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