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Voto de Sergio Berbel:
7
Drama Frida (Laia Artigas), una niña de seis años, afronta el primer verano de su vida con su nueva familia adoptiva tras la muerte de su madre. Lejos de su entorno cercano, en pleno campo, la niña deberá adaptarse a su nueva vida. (FILMAFFINITY)

Seleccionada por España para los Oscar 2018.
4 de enero de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Verano 1993” es la ópera prima honesta, sincera y valiente de la cineasta catalana Carla Simón, pero no acaban resultando una gran película. Es un relato veraz, realista, profundamente autobiográfico, honrado y apenas susurrado con mucha inteligencia y sensibilidad de la infancia, pero no llega a estar a la altura en ningún momento ni de lejos de “Cría cuervos” de Carlos Saura o “El espíritu de la colmena” de Víctor Erice, dos obras maestras que tocan las mismas teclas que "Verano 1993" pero de forma mucho más magistral y con un contenido muchísimo más profundo y trabajado que trasciende el mero catálogo de anécdotas infantiles.

Hubiera querido ser como esas dos hermanas mayores y obras maestras imperecederas, se nota que quiso serlo, pero no llega por la falta de su consistencia y profundidad en el guión y por un débil desarrollo en el crescendo dramático de la historia que no permite compararla con las mismas.

Tiene un buen final, es más, yo diría que tiene un gran final, pero un último suspiro soberbio no basta para salvar un guión tendente en todo momento a ser anodino y puramente anecdótico, salvo en una escena de una reacción de una amiga del pueblo que pareciere querer llevar el film hacia un camino que finalmente nunca llega.

Una pena, porque la propuesta es maravillosamente sincera. Carla Simón, también guionista del film, se escarba en sus propias entrañas allí donde más duele, donde más sangran las heridas, cuando fue una niña de 6 años huérfana de padre y madre y llevada desde la ciudad al campo para vivir con sus tíos, y plasma con verosimilitud cómo se vive semejante drama desde la perspectiva psicológica de una niña, desde la visión peculiar y distorsionada que la infancia da de los acontecimientos de los mayores, captados en susurros mientras la niña juega o está escondida debajo de la mesa.

Y la película refleja maravillosamente el mundo infantil pleno de hastío, juegos, aburrimiento veraniego, rebeldía, insolencia, magia, desorientación, percepción de lo que susurran o callan los mayores en un porcentaje mucho más alto que los mismos creen, soledad, falta de orientación y modelos a seguir...

En eso Carla Simón triunfa, porque sabe colocar la cámara durante todo el metraje a la altura de su pequeña protagonista (colosal Laia Artigas, perfectamente secundada por una siempre fantástica Bruna Cusí) para que veamos la cinta y los acontecimientos desde la perspectiva de la infancia y no de los adultos.

Es inmensamente honrado este retrato. Soberbio. Mala suerte que no cuente nada, que la niña protagonista tienda a ser un tanto insoportable a ratos y que los personajes de los mayores estén desdibujados, pareciendo estar siempre a la altura de las circunstancias y con semejantes situaciones perfectamente dominadas. Esos tres factores lastran el resultado final de un buen film que pudo ser mucho más y no fue.
Sergio Berbel
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