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Voto de Sergio Berbel:
5
Drama Teresa espera paciente la llegada del Inquisidor para ser juzgada. De su visita y de sus palabras dependerá su futuro: libertad, cárcel o la hoguera. Adaptación de la obra de teatro “La lengua en pedazos” de Juan Mayorga, basada en la figura de Santa Teresa de Jesús, también conocida como “Santa Teresa de Ávila”.
5 de abril de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo lo que era belleza metafórica visual y poética en “La novia” es artificiosidad cargante en “Teresa”. Paula Ortiz, que tocó el cielo del cine eterno adaptando “Bodas de sangre” de Federico García Lorca en la magistral “La novia”, gira demasiado sobre sí misma llevando a la pantalla a través de un exceso de alegorías, metáforas y diálogos impostados la obra teatral de Juan Mayorga “La lengua en pedazos”, un texto literario artificioso y excesivamente espiritual que incita a Paula Ortiz hacia la experimentación onírica. Con “La novia”, el resultado fue sublime; con “Teresa”, cargante.

Mucho y poco sabemos sobre Teresa de Jesús; todavía menos sobre su proceso ante la Inquisición. Sobre ello trata “Teresa”, un film un tanto intragable que se hace bola pero que cuenta con dos interpretaciones épicas de Blanca Portillo como Teresa y Asier Etxeandia como el Inquisidor. Ambos regalan una lección magistral interpretativa que pasará a los anales, eso sí, al servicio de un film bastante excesivo y alambicado. Los diálogos declamados por ambos son de una maestría absoluta. Y ya está. Nada más ofrece de interés la cinta.

No quiero dejar pasar sus intervenciones como secundarias de la gran Greta Fernández como Teresa de joven y de la igualmente fantástica Claudia Traisac (“La última noche de Sandra M.”) como Juana, que destacan sobremanera ante el escaso plantel de secundarios, dado que los dos protagonistas anteriormente referidos copan prácticamente la totalidad de la cinta, la cual se desgrana a través de un diálogo continuo entre su pareja protagonista.

La dirección de Ortiz, brillante en lo visual, empalaga por exceso y desengancha de la historia, a pesar de la hipnótica dirección de fotografía de Rafael García y la adecuada partitura musical de Juanma Latorre.
Sergio Berbel
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